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Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia
Por: Juan Carlos Gómez (foto)
Médico general
Más de una década de formación básica, donde los juegos infantiles fueron muchas veces truncados por un sueño infantil: ser médico.
Dos (2) lustros como mínimo dedicados a ser un médico, con un peldaño que confiere el título de especialista.
Noches y noches, eternas, renunciado a amigos, parejas y hasta familia, con solo una consigna, alcanzar tu realización individual.
Letras y letras que parecían eternas, desfilando por las pupilas, llenando el vacío del alma, con saberes ancestrales y conocimiento actualizado, con el único fin de entregar lo aprendido a los pacientes que, presas de la enfermedad, necesitaban de nuestra sapiensa.
Calidad humana, arte, ciencia, conocimiento, esfuerzo, lágrimas y soledad puestos al servicio de esos pacientes, que sufren, con el único fin que volvieran a tener salud o, como mínimo, calidad de vida o, en último caso, calmaran su agonía y dolor.
Todo con altruismo, con devoción, para que una tarde gris, donde afuera la lluvia y la tormenta se gestaba, mientras dentro, en un quimérico consultorio, una bala, gris, mortífera, impía, atravesaba un cuerpo atónito e indefenso, al tiempo que se robaba de manera inesperada no solo una vida, sino una larga estepa de ilusión.
Muerte, burla injusta, que arrebatas sin avisar los sueños más encumbrados de los hombres más consagrados a su profesión: los galenos.
Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia
