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Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia
Por: médico asmedista Juan Fernando Uribe Duque (foto)
Escritor, poeta
Con la proximidad de la reforma a la salud, tres de las llamadas EPS que superviven se toman la vocería de sus compañeras de naufragio para pedir a gritos el salvavidas al gobierno, pues dicen no tener el dinero suficiente para seguir funcionando a partir de septiembre; pero antes sí tuvieron con qué inaugurar hermosas clínicas y servicios costosos para sus clientes privados: pólizas, planes complementarios y medicina prepagada.
El gobierno es enfático en decir que a través del ADRES los desembolsos están al día y que la queja no tiene fundamento más allá del simple afán por llamar la atención y generar malestar ante el país y los trece millones de afiliados. El negocio peligra y, si bien hay unas más competentes y honestas que otras, el desfalco en que se ha convertido la salud en Colombia, no está exento de quiebras y bandidaje.
De las más de cien EPS creadas a partir de la Ley 100 del 93, solo subsisten menos de diez, entre ellas las tres quejosas con una cauda de 400.000 muertes evitables víctimas del «Paseo de la muerte», sólo por el hecho de no tener contrato con determinada empresa, a pesar de existir el recurso médico. Y todo por el temor a la glosa y el no pago. Quienes hemos sido médicos del sector público y de los servicios de urgencias, sabemos de los ruegos absurdos que tuvimos que hacer para que nos recibieran un paciente moribundo por no tener «contrato».
«Si te lo recibo me meto en un problema» , nos decían.
Anécdotas tristes abundan y muchos de mis colegas tendrán a flor de labios las más representativas.
Después de cerrar muchas de las EPS, de enriquecer a sus administradores y quebrar hospitales dejando en la calle a cientos de servidores como enfermeras, conductores, camilleros, médicos, bacteriologos y técnicos -como también personal de oficios generales-, ahora se rasgan las vestiduras porque el negocio y las vitrinas se les están cayendo. Muchos dicen que Saludcoop prosperó tanto que pudo construir sus propias centrales de producción de implementos médicos, sus laboratorios y farmacias, compitiendo por el paquete de pacientes privados abriendo servicios y, además, diversificándose con inversiones en otros reglones de la economía como el turismo, clubes de golf, propiedad raíz, etc. Al parecer, la envidia de los poderosos no lo toleró y condenó a su gerente al ostracismo y a la cárcel. Peleas entre comerciantes esquilmadores del erario.
El grueso de tutelas y quejas por mala atención se ubica precisamente en estas tres intermediarias que se disputan el ponqué de los dineros del Estado. De los cien billones anuales administrados por estos monstruos de la intermediación, el gobierno les ha ofrecido cinco, pero ni aún así eso les sirve: ¡lo quieren todo! Mientras tanto en las zonas apartadas, en los pueblos y veredas, allí donde no llega nadie, el sólo carnet no te garantiza sino la muerte.
Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia