La fuerza de la gratitud

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Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: médico asmedista Juan Fernando Uribe Duque (foto)
Escritor, poeta

Están desesperados, ya no saben qué hacer. El caso de Nicolás y Daysuris antecede al de Benedetti y Sarabia pero con la diferencia de que la información que debe tener Armando no le conviene a nadie, menos a la oposición. En Barranquilla se «cuecen muchas habas» y si pensamos en el ventilador que puede prender Aída Merlano sumado al del borrachín de Armando, la campaña de Alejandro Char y todo su cauda electoral se desluciría, y con ella sus negocios y la posible reconstrucción de la derecha en gran parte del Caribe. Ya la adoración por el Ñoño Elías se expresó en su totalidad y lo único que falta es la sumatoria de votos. Extraño pero real, una prueba más del inconsciente delincuencial colectivo que nos caracteriza.

Pero Colombia se está cansando de la maquinación corrupta y es la actitud del presidente Petro un claro símbolo de que algo bueno emerge dentro de una conciencia nacional apenas balbuciente: la fortaleza moral nunca antes vista en un líder político en contravía de la costumbre de salvar el pellejo sin importar las evidencias de un mal proceder, es claro indicio de un renacer moral en la política colombiana.

No bastó con el desafuero de Zuluaga y toda su andanada de corrupción, para que el último escándalo del robo continuado al oleoducto tratara de ser atenuado hiriendo en lo más profundo la dignidad personal del presidente. Pero está muy claro que para el mandatario está por encima su país y, a pesar del dolor de ver a un hijo en la cárcel, el talante que lo ha distinguido a través de su vida personal y política le ratifica una honestidad y una fortaleza a toda prueba; es más, se puede derrumbar todo a su lado -como ya ha sucedido en la retaliación contínua a su accionar contra la corrupción- y él mantendrá su talante de ecuanimidad y valor.

Podrán decir que lo de las bolsas con billetes de cinco mil fue horrible (video malintencionadamente editado), que el desmedro con los edredones de plumas de ganso fue horroroso, que el bailoteo de su mujer es indigno en una primera dama (provocadora de la envidia de fofas cuarentonas), pero en lo que a él se refiere, nada, ni una sola sombra de corrupción, ni un mal proceder, ni un solo insulto, ni un comentario ominoso contra sus adversarios y enemigos políticos. Un hombre correcto, un político inteligente y respetuoso.

La ignominia contra Gustavo Petro ha pretendido ser nefasta desde la declaratoria de inhabilidad por el procurador Ordóñez durante la alcaldía, sumada a los insultos e improperios de Paloma Valencia, la Mafe Cabal, y Ficóptero -permítanme llamarlo por su apelativo- y toda la sorna infantil de Polo Polo o Miguelito Uribe que, «evidentemente» como su abuelo, es un vociferante sin argumentos. Todos recordamos ese «sicario… sicario… sicario» dicho con la vergüenza de haber procedido con odio y ordinariez.

La lucha contra la corrupción en este gobierno ha sido intensa y pone contra las cuerdas a los clanes corruptos y mafiosos que nos han gobernado. Es la primera vez que se destapa con tanta rapidez todo el entramado de robo, saqueo y expoliación contra el país… y eso les preocupa. Además, también es la primera vez que tenemos la esperanza en un cambio definitivo para una Colombia que aún resiste y se organiza en una sola conciencia nacional.

Estamos seguros de que no bastarán los escándalos de alcoba ni las futuras pataletas de Armando Benedetti para sofocar los grandes daños que todos estos delincuentes de cuello blanco han cometido. El presidente Petro es un faro de fortaleza moral y todos a su lado -aún los más cercanos- lo saben, y de no caminar por la senda que ha trazado, el líder del Pacto Histórico seguirá haciendo de su soledad y su dolor un canto de amor por Colombia.

Y no es fanatismo. No señores, es gratitud.

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

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