El llanto de un romántico

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Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: Médico asmedista Juan Fernando Uribe Duque (foto)
Escritor, poeta

Casi como un poema del gran Evtushenko, me gustaría vivir en un país civilizado, próspero, equitativo e incluyente, donde el desarrollo sea armónico y todos sus habitantes se consideren hermanos, para vivir en paz y trabajar tranquilos. Un país donde ser empleado público sea un honor y no una oportunidad de robar y enriquecerse, un país donde todos se puedan educar y realizar sus sueños, un país donde nacer sea una dicha y no el principio de una muerte lenta.

¿A quién no le gustaría sentirse orgulloso de sus gobernantes, saber que nos representan y que al fin están trabajando para todos con solidaridad e inteligencia? ¿A quién no le gustaría crear un Estado fuerte que velara por los derechos e hiciera respetar una Constitución con el sentido republicano, el respeto y el honor que se merece? Una patria de todos y para todos sin esos sentimientos mezquinos de exclusión, machismo, homofobia y misogínia que llevan a la muerte a miles de mujeres y campesinos, a líderes sociales y a muchachos pobres, en un territorio que se han tomado desde el más encopetado delincuente de cuello blanco -que arrasa, tima y engaña-, hasta la más violenta mafia narcotraficante -ya vestida de guerrilla-, o aún los políticos que legislan para perpetuar el dolo o el despojo inmisericorde.

¿Quién no desearía recorrer el campo y ver producir los alimentos que necesitamos en lugar de estarlos importando matando la industria y generando hambre, desempleo y violencia? ¿A quién no le gustaría ver que el campesino cuida y siembra su parcela apoyado con créditos públicos blandos y asesoría pronta y constante? ¿A quién no le gustaría una Colombia sin guerrillas y sin guerra? ¿Cuántos no quisiéramos saber que las debilidades de una sociedad pueden ser asumidas por un Estado inteligente y protector para no empoderar más delincuentes y por fin establecer un equilibrio de fuerzas en un país variopinto y multiétnico? ¿A quién no le gustaría cuidar y proteger la selva de la deforestacion y la apetencia de los capitales extranjeros que ya planean apoderarse de nuestros recursos? ¿Quién no quisiera ver las montañas y los bosques llenos de verdor y no convertidos en un cúmulo de jardines de desechos tóxicos y abandono? ¿Quién no está de acuerdo con acabar la intermediación ladrona en las empresas prestadoras de salud y establecer mejor una contratación directa con el Estado para lograr una red de hospitales públicos y privados que presten un verdadero servicio?  ¿Y a quién no le gustaría obtener al cabo de años de trabajo una mesada pensional justa en lugar de una dádiva o una respuesta indigna en la que te dicen que tus ahorros no alcanzaron para jubilarse y te dan una palmada en el hombro y un llamado » bono pensional» que de nada sirve? ¿Será que el empleado público tiene la conciencia sucia y los líderes de izquierda, hoy en el poder, son unos resentidos sociales ávidos de desquite y deseos de participar del botín?  o son además llevados a aprovechar el cuarto de hora para enriquecerse como sus émulos de derecha que ya lograron su propósito?  ¿Por qué las empresas estatales fracasan?  ¿Por qué tenemos que pagarles a unos privados las fotodetecciones y por qué los privados son los que aumentan las tarifas de los peajes que deberían ser, al igual que las multas, de manejo público.

¿Por qué el político colombiano y el empleado público son corruptos (55 billones anuales)?  ¿Será que la maldición de un inconsciente colectivo de carácter delincuencial nos acecha y define impidiéndonos progresar y sanear el corazón? ¿Por qué nos chocan tanto los indígenas, los pobres y los negros? ¿De dónde esa aporofobia? Alguien me decía que los pobres le daban agriera… ¿Qué le hubiera podido responder? Lo regaño? ¿lo educo? ¿o simplemente lo desconozco y me alejo? ¿No es muy triste toda esta situación? ¿No fueron muy tristes las lágrimas y la emoción del presidente Petro en Chile? ¿No sintieron el abrazo con Boric como el presagio de otra tragedia, de otro bombardeo, de un golpe de Estado? ¿Por qué nos negamos al abrazo y al progreso? ¿Por qué tanta codicia, por qué tanta maldad?

Ahora se siguen matando en Ucrania por un tubo de gas, en Siria ya se arrasó el país y en muchos países de África, como en la Guajira, los niños se mueren de hambre al lado de las grandes minas de oro o carbón; el mar está negro y los cielos encendidos con la sangre de miles de inocentes, y nosotros todavía sufrimos por las canciones de Shakira o la causa del divorcio de un octogenario nobel con una saltarina en camas de alta gama.

Las lágrimas de un romántico batallador no pueden ser presagio de algo que pudo haber sido y no fue…

 

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

 

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