Doctora Vilma Piedrahita Echeverri: un ejemplo de entrega y de lucha

“Dejala tranquila, que es más difícil ser señorita
que ser doctora”.
Dra. Vilma Piedrahita

Tomado de: Periódico el Colectivo
Edición #80, noviembre de 2022

La mujer ha sido discriminada a través de la historia en todos los aspectos que tienen que ver con su desarrollo como ser social y político y, principalmente, como dadora de vida.

Y en Colombia, su exclusión ha sido una constante. Específicamente, el ingreso de la mujer a la educación básica le fue negada hasta hace poco -mediados del  siglo XX-. Y su protagonismo en las aulas universitarias fue obstaculizado no solo por nuestro sistema educativo, sino por la mal llamada clase “dirigente”  machista, racista y sexista.

Muchísimas mujeres fueron no solo necesarias sino magníficas referentes en  campos tradicionalmente destinados para hombres, como la milicia, la literatura, la ciencia y la Política. Mas, su trascendental compromiso y aporte ha sido olvidado y cubierto de sombras por falsos estereotipos, para así mantener el poder del  hombre.

Hoy mostraré cómo una mujer antioqueña -que aún vive- logró superar tantas hipócritas trabas para graduarse como Médica y convertirse en pionera de la  Nefrología Pediátrica no solo en Colombia sino en Sur América. Su nombre: Vilma Piedrahita Echeverri.

Nació en Venecia, Antioquia. Y se hizo médica (1958) y especialista en Pediatría (1962) de la Universidad de Antioquia. Luego estudió nefrología infantil (1967)  en la Universidad de Harvard. Ha sido miembro de la Asociación de Mujeres Profesionales de Antioquia y subsecretaria de Salud del Departamento de Antioquia (1970-1971). Fue decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia (1972-1974) y rectora encargada de la misma institución durante 18 días en 1973. También fue galardonada en 2016 por la Gobernación de Antioquia como Gran Antioqueña de Oro, exaltando toda una vida de mérito femenino al servicio  de la sociedad y su gran labor como mujer científica.

¿Y qué es la nefrología? Es la especialidad médica que estudia detalladamente el riñón, órgano maravilloso que produce un ultrafiltrado del plasma llamado  orina. La nefrología se basa en la anatomía, bioquímica, patología, inmunología e imágenes (ecografía, tomografía computada, resonancia magnética, medicina nuclear) para realizar un estudio renal lo más completo posible y así orientar un adecuado diagnóstico y, por ende, un tratamiento pertinente.

En la década de los sesenta, la nefrología iniciaba su posicionamiento en el mundo de la Medicina. Y la Dotora Vilma tuvo la visión para decidirse a estudiarla,  pero fuera de Colombia -acá no había aún tal estudio-.

Inició su carrera médica en 1952 en la Universidad de Antioquia y se graduó en 1958.  Un año antes, la mujer en Colombia pudo ejercer el derecho al voto, después de largos años de lucha por el reconocimiento de sus derechos civiles y políticos (como elegir y ser elegida), iniciándose su oportunidad para ser protagonista en la sociedad como ser pensante y que tenía las capacidades -negadas- de ser tan competentes, eficientes y creativas en todas las áreas del saber humano.

La doctora Vilma, con otras cuatro mujeres, permanecieron firmes y con mucha persistencia en su estudio, dominado por cien hombres, que las veían como  “bichos raros”.   En la ceremonia de graduación, al nombrarlas como señoritas y no como médicas, se  evidenció una vez más la concepción machista y  iscriminatoria contra la mujer. Ella narra cómo, estando en el hospital, escuchó una discusión entre su compañera médica y una enfermera. La médica le  reclamaba a esta última por qué la llamaba señorita y no médica. La doctora Vilma, desde un balcón le dijo: “Dejala tranquila que es más difícil ser señorita que  ser doctora”.

Ella continuó dando la pelea en nuevos espacios donde pudiera mostrar sus aspiraciones para superar tantas limitaciones y obstáculos que ponían las directivas  universitarias.  Dice que, en compañía de otra excelente mujer e investigadora, la doctora Ángela Restrepo (en el número anterior de El Colectivo se hizo un reconocimiento a su paso por la investigación científica en Micología -estudio de hongos como Paracoccidioides-), como directora del Centro de Investigaciones
Biológicas, CIB, daban la pelea en la Universidad Pontificia Bolivariana, de la ciudad de Medellín, a propósito de la intención de limitar el cupo de las mujeres para ingresar a estudios de Medicina. Luego de arduas discusiones, ambas lograron que dicho límite no se aprobara. Fue un gran triunfo de la avanzada  capacidad de ambas mujeres para no permitir más retrocesos. Cuenta la doctora Vilma que, para celebrar tal proeza, se fueron las dos a tomar coca-cola, pues
ninguna ingería licor.

Su paso como decana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia (1972-1974) también tuvo sus logros. A pesar de que ella no sabía mucho sobre  administración -lo dice en una entrevista en el 2011 hecha por la profesora Paloma Pérez y la comunicadora Alejandra Amézquita-, notó que los profesores no  tenían carrera docente.  Y con su gran tenacidad logró que el profesorado tuviera un escalafón. ¿No es esto otra victoria femenina en cabeza de una mujer que ya tenía la plenitud y madurez académica, al igual que el conocimiento científico y la visión de organizadora?

Con la sabiduría que brinda el trajinar por la vida y sus ocupaciones -en este caso, la ciencia, la investigación y la academiaentiende muy bien el papel de los  estudiantes en las investigaciones. Afirma que ellos deben figurar en los artículos que los profesores e investigadores escriben, para que “figure uno de los discípulos”. Lo aprendió en la ciudad de Boston.

Ya pensionada en 1993, se dedicó a ser profesora de cátedra. Hoy dice sentirse satisfecha y colmada de agradecimiento por los retos superados desde joven hasta  llegar al pináculo de su carrera. Así lo afirma: “Ya no necesito más, llegué al tope, ser profesora honoraria, no nos podemos llevar títulos al horno crematorio. En  fin, he estado en la Universidad de Antioquia 59 años, me encanta mi trabajo, pero cuando la Universidad o el Hospital digan no más, me iré tranquila”.

 

Tomado de: Periódico el Colectivo
Edición #80, noviembre de 2022

 

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