El Cartucho. Reflexiones psicosociales de inspiración psicoanalítica

A propósito de la cinta ‘Infierno o Paraíso’ de Germán Piffano

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: médico Jesús María Dapena Botero (foto)
Psiquiatra y psicoanalista

Advierto que nunca vi a El Cartucho, al no ser capitalino sino un pacífico burgués de la vereda antioqueña, como el caracolito de Federico García Lorca .

Nací, me crié y viví en Medellín, la urbe de la montaña antioqueña, con intereses intelectuales muy variados, entre ellos, el psicoanálisis, que practico, el marxismo, la filosofía, el cine, la literatura, la antropología y la sociología; pero cuando iba a Santafé de Bogotá, esa ciudad esquizofrénica, perfectamente escindida en dos, el rico norte y el pobre sur, me movía más por la primera parte que por la segunda, en la medida que satisfacía intereses artísticos y gastronómicos, casi poseído por el discreto encanto del aburguesamiento, sin dar lugar a la entrada a ese mundo de la otredad, al decir del psicoanalista argentino Rodolfo Moguillansky , tema que trataré después en otra ocasión.

Así, quizás perdiéndome la intensa experiencia que sí vivieron con gran vigor, mi colega José Antonio Garciandía Imaz y el antropólogo German Piffano , el director del documental Infierno o Paraíso, quien me acercaría con su cámara, a esa ruda realidad del antiguo barrio Santa Inés, un poco a la manera del Dziga Vertov del cine-ojo ruso, en esa admirable y paradigmática secuencia de documental etnológico, que debería quedar guardado en alguna importante cinemateca del mundo, como un interesantísimo documento, no sólo artístico sino antropológico, sociológico, psicológico e histórico, para describirnos ese no lugar, concepto aportado por Marc Augé , como espacio ostensiblemente público, pero al que habría que poner el énfasis en lo no civil, en la medida que desalienta cualquier ideal de permanencia, lo que imposibilita su colonización o domesticación, al ser un lugar concedido, de una forma casi inconsciente, por una sociedad supuestamente bien pensante, la cual, de una manera ideológica, para usar el concepto de Louis Althusser , segrega a esos otros, que sienten que son distintos a ellos, a esos otros distintos a nosotros mismos, para condenarlos a esos lugares de lo negativo, de lo deleznable, de lo desechable, al espacio destinado a esas “vidas infames”, para usar las palabras de Michel Foucault , a los que atacan, sin piedad, muchos de aquellos, que se dedican a una exterminadora cacería humana de esos otros, que afean la ciudad, desde una estética burguesa y practican el mal, al atentar contra la moral y las buenas costumbres, para engrosar, con un capítulo más, la historia universal de la infamia y pasan a ser vidas desperdiciadas, como “residuos humanos”, que van cuesta abajo en la rodada, como parias que el destino se empeñara en deshacer, como consecuencia inevitable de la modernización y del supuesto progreso, como una especie de “población superflua”, con todas las consecuencias que este estado de cosas provoca. Lo que nos plantea la imperiosa necesidad de buscar soluciones, ante seres humanos que se encuentran privados de medios adecuados de subsistencia, sin lugares donde ubicarlos, como bien lo plantea en otra de sus obras Zygmunt Bauman.

Mucho agradezco a un psiquiatra, que conocí, en un viaje a la capital, en mi juventud primera, que al darse cuenta de mi doble interés por la psiquiatría y el cine, me expresara:

– Querido muchacho, si piensas ser psiquiatra, como yo, me parece muy importante tu afición al cine, porque así podrás vivir experiencias, que no vale la pena vivir uno mismo, pero que te darán una gran visión de lo que es la condición humana, cosa tan necesaria para nuestra profesión. – consejo que agradezco a ese viejo colega, a quién conocí en una reunión social, cuando yo era casi un adolescente imberbe.

Por ello, basado en los trabajos de José Antonio Garciandía Imaz, mi introductor en el tema de El Cartucho y de Germán Piffano, quien me invitase a participar en la interlocución sobre su filme y de Ingrid Morris , me siento autorizado, pese a no haber conocido, la realidad material de esa barriada, a participar en el estudio de ese fenómeno social, que fuera un hito histórico en la capital colombiana, puesto que la cinta de Piffano, pudo encarnar, lo que ya había estudiado con disciplina y paciencia en el artículo de Garciandía Imaz, con quien comparto sus conclusiones sobre su experiencia en El Cartucho, paradigma de ese no lugar, asignado a la otredad, que no debería ser dejado de lado, como fenómeno que participa de la universalidad de lo local.

Haga clic AQUÍ para leer el texto completo del artículo

 

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

 

Deja un comentario