El gobierno de transición de Gustavo Petro

Tomado de: www.sur.org.co

Por: Pedro Santana Rodríguez (foto)
Director Revista Sur

En estas últimas tres semanas, el presidente electo Gustavo Petro sin prisas, pero sin pausas, ha ido conformando el gobierno para una transición democrática. Hasta el momento ha nombrado siete ministros y otro par de altos funcionarios del Estado. La composición política de su gabinete permite observar que en efecto es un gobierno de transición de unos gobiernos que, durante nuestra historia republicana, han estado signados por consensos entre los representantes políticos de las clases dominantes y muy de vez en cuando han aparecido figuras de la izquierda o del sindicalismo relegados a cargos de segundo orden en el poder ejecutivo. En este caso no es así.

Una mirada a la composición del gabinete permite ver una composición plural del mismo que se mueve desde los sectores progresistas del conservatismo pasando por el liberalismo progresista hasta los sectores de la izquierda democrática. El conservatismo progresista está representado en el nombramiento de Álvaro Leyva Durán como ministro de Relaciones Exteriores, con varios encargos claves para lograr en primer término el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Venezuela. Leyva deberá negociar con Maduro primero el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales, pero al mismo tiempo la presencia tolerada o en todo caso permisiva con facciones del Ejército de Liberación Nacional, ELN, las Disidencias de las FARC tanto las de Gentil Duarte e Iván Mordisco como las de la Nueva Marquetalia de Iván Márquez. También deberá enfrentar en una discusión con el régimen de Maduro el tema del narcotráfico y el restablecimiento de la cooperación en este complejo tema que se ha tomado una buena parte de la frontera de 2.300 kilómetros que compartimos con este hermano país. De modo que es un tema complejo que no es simplemente el del restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales. Este giro implica retos allá y acá. Aquí el entender que los problemas políticos y la crisis del régimen venezolano deben resolverla los propios venezolanos y allá que temas como el del narcotráfico y la presencia de grupos armados irregulares colombianos no puede ser tolerada.

En el tema de las relaciones con los Estados Unidos, además del tema del narcotráfico y las aspersiones aéreas, deberá actuar el ministro Leyva con el pulso del relojero, además de abocar el tema de revisión del tema de la extradición, para facilitar el proceso de negociación con los actores armados ilegales en Colombia. En suma, una agenda compleja para reinstalar a Colombia en el concierto internacional del cual el uribismo nos condujo a ser solo furgón de cola del gobierno y de la política internacional de los Estados Unidos. Leyva tiene todas las cualidades para emprender esta inmensa tarea.

En los sectores del liberalismo progresista, Petro ha nombrado dos ministros y una ministra. Al frente del ministerio de Hacienda ha puesto al economista José Antonio Ocampo, quien goza de prestigio nacional e internacional y quien ya había ocupado esta cartera, así como la de Agricultura. Qué cambia ahora, es lo que la gente más ligada a los movimientos sociales y a la izquierda democrática se pregunta, ¿no será más de lo mismo? Por supuesto que los sectores del establecimiento tradicional económico y político han respaldado ampliamente su nombramiento y creo que el presidente Petro conscientemente buscaba ese efecto para tranquilizar los mercados. Lo que cambia es nada más ni nada menos que el jefe de Ocampo, es un presidente de izquierda que no es poca cosa y que además Ocampo llega con unas tareas muy concretas. La primera y más importante liderar en el país y en el Congreso una reforma tributaria estructural que aumente la participación del Estado en la economía que es del 19% actualmente al 23 0 24% del Producto Interno Bruto, PIB. Para ello debe gravar a los más pudientes, a los ricos y a los súper ricos. No tocar a las clases populares ni a la clase media.

Esta reforma es clave y de ella depende el futuro de las otras grandes reformas propuestas por el hoy presidente Petro en su exitosa campaña electoral. Aquí el problema que deberá afrontar Ocampo es el del tamaño de la misma y los sectores que deberán gravarse, así como los mecanismos para eliminar las exenciones y la evasión y elusión fiscales. Justamente al frente de la Dirección Administrativa de Impuestos Nacionales, DIAN, ha nombrado al economista Luis Carlos Reyes quien viene de dirigir el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana.

En Agricultura ha puesto a Cecilia López, también de las huestes del liberalismo progresista, quien ocupará de nuevo esta cartera. Los retos que afrontará al frente de esta cartera son múltiples. El primero y más significativo es poner en marcha los Acuerdos de La Habana en su punto uno de reforma rural integral y allí tendrá varias tareas, entre las cuales destacaré la puesta en marcha del Fondo de Tierras para la Paz que debería afrontar la tarea con cinco años de retraso, y es de distribuir de forma gratuita tres millones de hectáreas entre las víctimas del conflicto armado, campesinos sin tierra y campesinos cultivadores de coca. Esto último es esencial y debe marchar de forma armónica con el Plan Integral de Sustitución de Cultivos de uso Ilícito; sin que se den estas condiciones, el programa de sustituciones no es posible.

Pero, además, Cecilia López debe avanzar y ojalá terminar, el programa de levantamiento del catastro multipropósito que ha tenido avances durante este gobierno y que será la base del incremento de los impuestos ligados a la propiedad, el impuesto predial, que redundará en beneficio de las finanzas municipales. Al mismo tiempo, deberá proponer al congreso la creación de la jurisdicción agraria saboteada durante este gobierno y ojalá agilizar el proceso de restitución de tierras que apenas ha logrado restituir un poco menos de 600 mil hectáreas de un despojo y abandono calculado en cerca de 8 millones de hectáreas, y avanzar significativamente en el proceso de formalización de la propiedad agraria cuya meta en los Acuerdos de Paz es de 7 millones de hectáreas y cuyos beneficiarios principales serán los pequeños y medianos agricultores.

Pero quizás el reto mayor sea el de las políticas de combate al hambre, lo que pasa por estímulos a las economías campesinas para la siembra de cultivos de granos y cereales para recuperar la soberanía alimentaria y, de paso, combatir la inflación que en Colombia está ligada a los altos precios de los alimentos importados. Un reto inmenso. Hasta ahora no hemos escuchado propuestas concretas para ello, esperamos que pronto se den a conocer.

En la cartera de educación ha puesto a Alejandro Gaviria, quien también procede del liberalismo y cuya experiencia estuvo ligada a la cartera de salud durante seis años en la administración de Juan Manuel Santos.  Gaviria tiene varios retos; el primero garantizar avances significativos en el aumento de la cobertura de la educación superior con el programa de matrícula cero, la reconstrucción de las sedes de las 32 universidades públicas muchas de las cuáles amenazan ruina, mirar la desastrosa contratación de construcción de sedes de colegios y escuelas en todo el país durante la administración de Gina Parody en el gobierno de Santos, que todo indica es un verdadero desastre, y quitarles a los politiqueros el manejo del Programa de Alimentación Escolar, PAE, que es la caja menor de la politiquería y la corrupción.  Además, tiene retos muy importantes para avanzar en la jornada única y sobre todo en la educación de 0 a 5 años, donde la oferta pública estatal no llega al 15%. Y, desde luego, el enorme reto de mejoras en la calidad de la educación. Esta cartera es clave para el Cambio ofrecido por el presidente durante su campaña.

Tres ministras proceden de los entornos de la izquierda progresista y son, por así decirlo, el entorno político más próximo del presidente Gustavo Petro. Patricia Ariza, una de las figuras más reconocidas de la cultura y del teatro en este país, tiene el reto de imprimirle a esa cartera un dinamismo en un momento de profunda crisis de las expresiones artísticas y culturales como producto de la pandemia.  Allí, Patricia tiene una enorme tarea y unos recursos escasos y además altos retos en la contribución a la construcción de la paz, donde estamos de acuerdo con ella, la cartera de cultura jugará un papel muy importante en cimentar las bases de una cultura de paz y reconciliación en el país.

En la cartera de Salud estará nuestra compañera de luchas por el derecho fundamental a la salud y coautora de la Agenda de Transición Democrática, Carolina Corcho Mejía. El reto de la ministra es enorme. Recibe un sector en crisis profunda, pero ella lo conoce muy bien. El primer reto que tiene es que hará con 14 Empresas Promotoras de Salud, EPS, que están en quiebra. Esas EPS tienen 14 millones de afiliados, algo así como un tercio de toda la población afiliada. Otras van camino también a la insolvencia financiera. Allí la ministra y el presidente Petro saben que habrá que hacer una profunda reforma comenzando porque a pocos meses de cumplir 30 años de aprobada la Ley 100 no hay un único sistema de información en línea que permita saber siquiera qué es lo que se debe. Los hospitales públicos dicen que les deben 10.5 billones de pesos y las clínicas privadas que les deben 12.5 billones de pesos. Al no existir un sistema único de información en línea, nadie sabe realmente cuál es el tamaño de la deuda.

Acabar la intermediación financiera es un reto mayúsculo pues los beneficiarios de este sistema son unos cuantos privados y el sector financiero que se opondrá con todo su poder, como ya lo viene haciendo con mentiras como que la ministra quiere acabar con el sistema de salud. La reforma debe también ocuparse de la formalización laboral en el sector de la salud donde los contratos basura por orden de prestación de servicios y la terciarización laboral cubre al 80% del total de los 750 mil trabajadores del sector. Crear y reemplazar los administradores privados de los recursos públicos por un sector de administración pública transparente, blindado contra la corrupción y descentralizado, es un reto enorme al tiempo que se debe avanzar en recuperar la capacidad de producir medicamentos y vacunas en el país. Las tareas están claras, se debe aprobar una ley para todo ello. El presidente ha dicho que ese proyecto de ley deberá entrar en marzo al Congreso, allí se verá qué tan solida es la bancada que ha conformado el gobierno.

En la cartera de Medio Ambiente estará otra de las ministras cercanas al presidente Petro, se trata de Susana Muhamad, quien ya trabajó con el presidente en la Alcaldía de Bogotá en la Secretaría de Medio Ambiente, de modo que ya han trabajado juntos. Muhamad tiene también enormes retos como son poner en marcha, o continuar en algunos casos, con la agenda de transición energética hacia el uso de energías limpias, el cuidado del agua, manejar los desastres muchos de ellos relacionados con el cambio climático, ahora mismo una parte del país como la Mojana están inundados y otra parte de la Costa Caribe. El tema de las aspersiones con glifosato y el fracking serán temas relevantes. Los impuestos verdes y cómo, con su colega de agricultura, van a enfrentar el reto de recuperar millones de hectáreas de la ganadería para la agricultura y la producción de alimentos son temas de vital importancia para el país.

El otro nombramiento relevante hecho por el presidente electo es el de Luis Gilberto Murillo como embajador en los Estados Unidos. Es la primera vez que un afrodescendiente ocupa este cargo. Murillo fue gobernador del Chocó y ministro del Medio Ambiente en el gobierno de Juan Manuel Santos y pertenece al sector liberal progresista.

En general los nombramientos han sido bien recibidos en todos los sectores exceptuando los sectores de la extrema derecha que paradójicamente se lamentan de que hay mucho liberal y mucho santista en el gobierno que se inaugura este próximo 7 de agosto y en sectores de la izquierda y los movimientos sociales donde las críticas son por lo mismo. A mi juicio, en una transición como la que es hoy necesaria y posible en Colombia, conducida por primera vez en nuestra historia republicana por un presidente de la República de izquierda, ese gabinete cumple con lo que es necesario hacer ahora, ir hacia unas reformas posibles que redunden en la reducción de la desigualdad y la justicia social, reindustrializar el país, democratizar las instituciones y garantizar una serie de derechos como el derecho a la salud, a la educación y a un medio ambiente sano, al tiempo que se recupera la política de las garras de la mafia y de la corrupción por lo que es absolutamente necesaria una reforma a la justicia así como una reforma política.

El equipo de gobierno se está poniendo a punto. El cambio comienza el 7 de agosto y aún falta una buena parte del gobierno. Esperemos que el presidente Gustavo Petro acierte para bien del país y de sus gentes.

 

Tomado de: www.sur.org.co

 

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