Sueños…

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: Médico Roberto López Campo
Médico Neumólogo
Ex integrante Taller de escritores ASMEDAS Antioquia

Una gélida corriente de aire invadió mi alcoba cuando entreabrí la ventana de la cabaña en la que me había ocultado, en medio de la espesura del bosque. Con la llegada de la aurora pude escuchar el canto de los pájaros que alegres saludaban ese bello amanecer.

Hastiado de los ruidos de la urbe, hacía dos semanas que me había refugiado en una cabaña llena de silencios, tan sólo interrumpidos por el leve murmullo de las hojas de los árboles, mecidas por el suave viento proveniente de las montañas aledañas. Sin radio, sin televisión, sin conexión a la internet, acompañado de una decena de libros, un cuaderno de notas y un moderno equipo de sonido para escuchar mi música predilecta, quería disfrutar de los encantos de la soledad.

Un delicioso trago de brandy, ocasionalmente, y un juego de cobijas de buen espesor me servían para calmar el lacerante frío que arropaba la cabaña cuando la noche hacía presencia. El trino de las aves, cuando apenas amanecía, me servía de despertador. Unos cuantos trozos de frutas y un café humeante, después de un baño, me animaban a caminar por el bosque cercano, contemplando las flores silvestres y las múltiples avecillas danzando de rama en rama. Orquídeas de diversos colores y tamaños, adheridas a los troncos, obligaban a detenerme para contemplar la belleza de sus formas.

El arroyo cercano a la vivienda, con su rumor constante, al acariciar las piedras que dormían en su lecho, me llamaba la atención. Entonces, reposando en una de las rocas que bordeaban el riachuelo, durante varias horas me deleitaba recorriendo las frases que contenía un texto, escritas por lúcidos pensadores años atrás. Esos pensamientos, llenos de certezas y clarividencias hacia el futuro, que ellos presagiaban, me causaban admiración. Manifestados hacía más de nueve décadas, hoy se habían hecho realidad.

Las luchas fratricidas, la insolidaridad, la desvalorización del ser ante el tener, la acelerada desintegración del núcleo familiar, el interés personal antes que el compromiso social, son apenas unos pocos ejemplos del deterioro que ha venido presenciando la humanidad durante los últimos años, confirmando así los pronósticos de esos brillantes pensadores.

Algunos peces, que raudos recorrían el arroyuelo en diferentes direcciones, me hicieron recapacitar acerca del valor de la libertad, instituida como un derecho fundamental del ser humano, pero menospreciada, a lo largo de la historia, por quienes, con arrogancia se creyeron dueños de la vida y conciencia de los menos poseídos. Aduciendo un origen sobrenatural y pretendiendo ser la voz del Creador, además de negarles el derecho de disfrutar, arrasaron con sus propiedades y llenaron los campos de sangre y de dolor.

Después de muchos años, la historia se repite. El poder, el tener, la envidia, el olvidar el diálogo, dándole cabida a la intemperancia y a la violencia, en conjunto, han provocado la existencia de una sociedad descompuesta, poco comprometida, nadando en el vano, sin intentar profundizarse en los problemas que verdaderamente le dan sentido a la existencia.

Sólo nos queda la esperanza como tabla salvadora en medio de la tempestad. Aún quedan seres comprometidos en la búsqueda del bienestar de la humanidad. Confiemos en que ellos, con su ejemplo, su inteligencia y su perseverancia, sean faros luminosos que orienten a la juventud y a la niñez hacia el logro de tales sueños.

Después de algunas horas, sumido en mis pensamientos, permanecía sentado sobre la roca, al borde del arroyo, cuando el estridente ruido de una sirena me despertó. Entredormido, comprendí que mis sueños se habían desvanecido.

Medellín, 28 de noviembre de 2011

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

 

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