Elecciones Colombia 2022: Realismo mágico al interior del narcoestado y el poder de las mayorías

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: médico asmedista Aejandro Hernán Quintero Galeano (foto)
Ginecoobstetra

Gran sorpresa causó la designación como fórmula vicepresidencial del señor Rodrigo Lara Sánchez por parte del candidato Federico Gutiérrez; sorpresa no por sus condiciones personales, sino por ser el hijo de Rodrigo Lara Bonilla, ministro de justicia asesinado por Pablo Escobar Gaviria, capo del cartel de Medellín, en aquella época en la que la mafia desató una guerra tenebrosa en contra de todos los funcionarios públicos que se opusieran a sus actividades, época aciaga para Colombia por los carros bombas, los múltiples atentados, el asesinato de policías y de grandes personajes nacionales como Fidel Cano –director del Espectador- y del ministro Lara Bonilla, suceso acontecido el 30 de abril de 1984.  Este hecho representa una paradoja, de realismo mágico: el hijo del padre asesinado por luchar contra el cartel de Medellín de fórmula vicepresidencial del candidato relacionado con el mismo cartel vía Oficina de Envigado.  Situación con la cual se plantean las siguientes preguntas: Si Federico Gutiérrez no ha podido explicar su relación con la organización de la “Oficina de Envigado”, al tener como su secretario de seguridad a Gustavo Villegas -condenado por la fiscalía por sus relaciones con esa oficina-, donde incluso existen versiones que afirman que Gutiérrez intervino para evitar su detención; la oficina de Envigado ha hecho parte fundamental del engranaje del cartel de Medellín, ¿Cómo es posible que Rodrigo Lara Sánchez acepte esa postulación de parte de los supuestos victimarios de su padre?  Una de las pistas para la respuesta a esa gran incógnita -macondiana- la encontramos al conocerse que su esposa es prima de la senadora uribista Paloma Valencia. Pero, además de ello, lo que vuelve a quedar de presente es la política del todo vale, de la trampa y del engaño por el uribato. Hoy lo que pretenden con “esa jugadita” es limpiar la espalda de Fico y sus compañeros de partido frente a su relación con el narcotráfico y la corrupción, pero las evidencias sobrepasan esas intenciones.

Después de 20 años de uribismo y de todas las revelaciones de sus relaciones con el narcotráfico, el paramilitarismo y la corrupción, de escándalo tras escándalo, es poco el margen de maniobra que les queda y a su coalición para la campaña electoral; por ello, deben acudir a sus consabidas estrategias de incentivar la mentira para continuar engañando e inmovilizando al pueblo con el miedo, además de intentar producir odio que asegure el rechazo contra su contradictor. El resto del trabajo lo perpetuán a través de las maquinarias con la compra de votos y del fraude electoral a través de la registraduría a su cargo.

Situación delicada es la presentada con Iván Duque con respecto al reciente anuncio de Joe Biden de declarar a Colombia como país aliado estratégico no miembro de la Otán, lo que implicaría una alianza mayor que compromete nuestra soberanía y que, incluso, pudiera permitir la presencia de armas extranjeras del país norte americano en nuestro territorio.  Se ha sospechado que una de las contraprestaciones para la impunidad del expresidente Álvaro Uribe Vélez y sus funcionarios ha sido el ser el peón defensor de los intereses del país del norte en la región y el ofrecer nuestro territorio para muchos de sus proyectos.  ¿A qué se habrá comprometido Duque en la reunión con Biden?  Queda el interrogante en esta época cuando en Ucrania se encontraron laboratorios de desarrollo de armas biológicas -por cierto, prohibidas por la legislación internacional- pertenecientes al coloso del norte y cuando en la geopolítica mundial estamos ad portas de un nuevo orden multipolar.

Ya tenemos 30 años de la aplicación fracasada del modelo neoliberal en nuestro territorio, tenemos más pobreza, más hambre, más informalidad, menos industrias, más dependencia del dólar, la quiebra de nuestros campesinos, la dependencia e inseguridad alimentaria; el negocio de la salud, las pensiones, la educación; la concentración de la riqueza, de la propiedad sobre la tierra, el aumento del desplazamiento de poblaciones, del paramilitarismo, del narcotráfico; el asesinatos de líderes sociales, defensores de derechos humanos, desmovilizados, de las masacres; el incremento nuevamente de los crímenes de estado “falsos positivos”, la destrucción del medio ambiente por los intereses de los grandes capitales nacionales e internacionales, la hostilidad y violación de la soberanía a los países vecinos, las relaciones internacionales subordinadas al imperio, etc.  Eso es lo que queremos cambiar.

El poder de las mayorías

No se nos puede olvidar que los sectores acordes con los intereses del uribato son minoría frente al resto de los habitantes del país: la clase media y baja, los trabajadores, los profesores, los estudiantes, los de los contratos basura, los informales, los del rebusque, los de abajo, los subalternos, los nadies.  Hoy el pueblo colombiano tiene la oportunidad de empezar a cambiar su historia, siempre y cuando rompa con la apatía y el engaño.

Hoy hacemos un llamado, una convocatoria amplia, a todas y todos los que queremos un país mejor para dar ese paso. Requerimos como primera medida del voto de todas y todos, los que nos volcamos a las calles a protestar en contra de este gobierno y sus políticas neoliberales de hambre, violencia y muerte desde el 21 de noviembre del 2019, el 21 de febrero del 2020 y el 28 de abril de 2021.

Se requiere concretar el apoyo a un nuevo gobierno progresista en el que se puedan desarrollar nuestros intereses: un país más acorde al de nuestros sueños, nuestras expectativas; uno con equidad, justicia social, solidaridad y paz; donde la palabra libertad no esté carente de sustento sino, por el contrario, esté cargada de realidad a través del cumplimiento de los derechos: al trabajo y la vivienda digna, a la educación, la salud (no a su negocio), la recreación, la libertad de pensamiento, de culto, de opinión, de asociación (política), de preferencia sexual, del cuidado del medio ambiente.  Un país donde se reconozca y respete nuestra diversidad étnica y cultural, donde se apoye e incluya a los campesinos, los afros y los indígenas. Todo ello y más, lo podremos lograr solo si nos unimos y vencemos el miedo y la apatía.

 

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia