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Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: Médico asmedista Juan Fernando Uribe Duque (foto)
Escritor

Sin hacer referencia a las viejas consejas de políticos, llámense liberales o conservadores, con lo que hay se puede gobernar.

Tenemos programas sociales interesantes; las grandes ciudades, cuando estuvieron administradas por manos honestas, progresaron, se constituyeron empresas e instituciones públicas que brindaron bienestar y progreso; el tenedor de tierras trabajaba con el campesino y, si bien ese sentimiento de confraternidad católica perpetuaba un feudalismo «cariñoso», la convivencia era tranquila y un ambiente de estabilidad económica se respiraba en los campos.

Hasta que llegó la avidez de las multinacionales por nuestros recursos naturales y con ello el hambre, el desplazamiento, la guerrilla, el narcotráfico y la corrupción que acabaron con el país. Una crisis ética y moral lo destruyó creando una clase de políticos depredadores del erario y polarizando la sociedad de tal forma que la clase dominante consideró al pueblo como un sirviente desechable solo apto para servirle como carne de cañón en la guerra o como trabajador explotado.  Se creó una extraña avidez por el dinero fácil como consecuencia de un pensamiento mafioso que sintetizó la cultura como un mero oropel de apariencias y mal gusto, degradando la mujer y concentrando todo en la mera obtención de dinero sin importar la forma o el daño al entorno. El país se hizo añicos, se perdió el respeto y el cariño, creándose una actitud egoísta y temerosa.

Las ciudades crecieron enloquecidas sin ninguna planeación, solo con la avidez de urbanizadores y políticos permisivos que siguen exigiendo grandes sumas para otorgar licencias antes de terminar su período; la desfachatez ha sido extrema y una crisis moral reflejada en un parlamento plagado de ladrones, mentirosos y asesinos así lo demuestra. Existe un odio casi macabro por las protestas populares y un cínico desconocimiento hacia el dolor y el drama de los campesinos que ya raya en la sociopatía.

Alguien podría llamar este comentario como la perorata de un pequeño burgués católico en crisis coyuntural. Pero, ni lo uno ni lo otro. Colombia perdió el rumbo y el narcotráfico acabó por reafirmar y ponerle el sello a la crisis moral que se produjo con el advenimiento de las grandes multinacionales y la influencia de la política exterior de los Estados Unidos.  En un país sin identidad nacional, la sociedad se fragmenta para perpetuar el poder de unos pocos que, con el apoyo y el aval de las mafias, lo han logrado. La crisis de valores es tal que los políticos arman sus cuadros administrativos para saquear al erario público. Consolidan el negociado, succionan y salen campantes al terminar su período.

La izquierda en Colombia ha sido representada por profesores universitarios, muchos de ellos devenidos a guerrilleros, líderes sindicales o en burgueses de escritorio y curul, cuando no en corruptos resentidos, igual o peores.

Tener la opción de que un hombre de la clase media como Rofolfo Hernández, hijo de la universidad pública, de pensamiento social, empresario exitoso, administrador audaz y conocedor de los ardides de los delincuentes de cuello blanco acceda a la presidencia, me parece interesante y considero que Colombia, en esta fase de su historia, lo necesita.

 

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia