Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia
Por: Médico Carlos Segundo Oliveros Peralta (foto)
Integrante Junta Directiva ASMEDAS Antioquia
Soy ateo, lo confieso, no como un resultado pre destinado sino como parte de mi camino buscando el valor de la vida.
Después que en mi adolescencia y buena parte de la juventud busqué a Dios por todos lados, pasando de católico a evangélico, testigo de Jehová, Mormón; después de hacer parte de misiones en comunidades remotas y pastorales juveniles o universitarias, descubrí entre los más firmes creyentes mucha gente egoísta, repugnante y pusilánime que no tenía ningún reparo en contradecir con sus hechos lo que de palabra profesaba. Descubrí que ser creyente no te hace buena persona ni más espiritual; que, al contrario; te podía alejar de ello.
Me cansé de ver monjas entregadas a la codicia que no permiten “por principio” darle trabajo a una pobre madre soltera o a un médico en Unión libre, por muy humanista que sea. Religiosos(as) que dicen cómo pensar, actuar o decir, mientras a lo mejor practican o los acusan de ocultar la pederastia o corrupción financiera. No soy religioso, no soy creyente, pero pienso que si Dios existiese y tuviese que elegir entre feligreses inconsecuentes o ateos que demuestran amor a los seres humanos, seguramente en su gran sabiduría se vería en calzas prietas.
Y si el autor de los mandamientos existe, seguro no tendría problemas en definir quién es el FALSO arzobispo de Medellín, y su carta falsa “Aquí no pasa nada”, difundida en un audio, que no entra en reparos para: 1) llamar a la guerra, 2) proponer desinstitucionalizar aún más a Colombia, 3) desdibujar la realidad nacional, 4) difundir el miedo. Me da la impresión que Dios reconocería en este señor un falso profeta, que no piensa cambiar ni pedir perdón a sus feligreses, eternas víctimas de sus pasiones inquisitorias. Cual vulgar comerciante que se ha tomado el templo, confunde la palabra prójimo con el de clientes; es claro que la religión, para el supuesto Monseñor, es el arte de comercializar el miedo.
1) Llama a la guerra: “Monseñor” señala como enemigo por vencer a la izquierda, que “busca al costo que sea obtener el poder y perpetuarse en él”. Como buen profeta de Dios, adivina lo que pasará en el futuro, futuro que no se dio en Uruguay ni en Brasil ni en Ecuador ni en el mismo Chile o Argentina, en donde las fuerzas alternativas no se perpetuaron en el poder, pero sí los dictadores creyentes, temerosos de Dios, que hubo en la mayoría de esos países hace menos de medio siglo atrás. Pero, como sí sucedió en los gobiernos de izquierda en Venezuela o Nicaragua, en Colombia, según el “profeta de arepa” dice que nos sucederá igual si elegimos electoralmente hacia la izquierda.
Ademas, llama a “Idearnos mecanismos para combatir la izquierda”, pero no contento con eso propone, sin ambages ni poner pelos en la moña, “formar grupos que se comprometan para combatir la izquierda”.
“Monseñor” usa la palabra combatir no por pura casualidad. Pudo decir debatir, criticar, discutir. Pero no le interesa la jerga democrática, quiere que los feligreses comprendan que si la izquierda busca el poder “al costo que sea” está permitido combatir a la izquierda “al costo que sea”.
Combatir en nuestro contexto antioqueño y conformar grupos de combate contra la izquierda, como propone su señoría, es claramente promover grupos paramilitares, sicarios que se persignan antes de matar y que se arrepienten de sus crímenes un segundo antes de morir.
El supuesto padre de la iglesia abre camino a una nueva cruzada con objetivos más amplios que los límites establecidos por el mismo Carlos Castaño quien, al menos, reducía en el discurso, como blanco de sus masacres, a la izquierda armada. “Monseñor” es más amplio y dice que el objetivo es “la izquierda”: pone como ejemplo a quienes participamos en las marchas y a los sindicalistas, a quienes llama “brazo ideológico de la izquierda”. Si algo deben acabar, eliminar, esos “grupos que se comprometan para combatir la izquierda”, es al brazo ideológico de esa “fuerza destructora de la izquierda», de esa cosa que nos hará “perder los derechos que teníamos”.
“Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y síguela” (Salmo 34:14). Supongo que hay algunas partes de la biblia que no es conveniente citar cuando es la espada y no la palabra la que el falso arzobispo quiere que tomemos.
Entonces, llama a una nueva cruzada, la iglesia católica colombiana retomando el machete para clavar niños, como se hizo con hijos de liberales hace 70 años en Santa Rosa de Osos. Llama a la guerra sin cuartel contra una amenaza que resulta ser tu familiar, colega o vecino. Nos llama a la misma guerra de nunca acabar en Macondo. Invoca a dividirnos por colores y a partir en dos y tirar al río a quienes tenga propuestas distintas a la mafia reinante en el país.
2) Desinstitucionalizar aún más el país: Curiosamente, el suplantador de Monseñores convoca a la defensa de las instituciones cuando en los últimos 30 años de neoliberalismo lo más afectado de Colombia es precisamente la pérdida de la institucionalidad por el avance mismo del modelo; cosa que a su señoría, en su ilimitada sapiencia, no logra traslucir.
Efectivamente, el plan de privatizar la salud, la educación, los servicios públicos, las obras, tercerizar a favor de privados inclusive el ejercicio de seguridad (con paramilitares), de la justicia, el servicio financiero etc., ha causado una desastrosa desinstitucionalización, la pérdida total del poder del estado que se expresa con claridad en la gran anarquía nacional, la proliferación de múltiples poderes o feudos locales, regionales y nacionales que tienen en común priorizar la empresa, el interés individual, por encima de su misión, el servicio público, los derechos que como estado o según la Constitución deben garantizar y proteger.
La izquierda verdadera, socialista o comunista (no la de Petro, que es socialdemocracia liberal, liberalismo con remordimientos), tiene en común con el liberalismo ideológico que ambos modelos suponen la existencia de un estado de derecho o un estado social de derecho. Los neoliberales NO, ellos pretenden la destrucción del estado, es decir, la anarquía en un contexto donde es más presente que nunca la existencia de las clases sociales y la lucha entre ellas.
Es la anarquía la que siguen promoviendo los grandes poderes financieros y comerciales del mundo para gran perjuicio de los sectores sociales trabajadores y más vulnerables. Por eso, fraccionan a medio Oriente asiático en pequeñas regiones y estas en pequeños grupos de poder, más fáciles de dominar y manipular; por eso llevan estos grandes poderes imperiales la guerra al Cáucaso: Primero a Azerbaiyán, Armenia, luego Bielorrusia, Kazajistán, ahora a Ucrania. En América Latina intentaron separar el estado Zulia, Táchira y Apure de Venezuela, como también la región en disputa en frontera con la Guyana Inglesa. En Bolivia buscaron separar el departamento de Santa Cruz. A Colombia quisieron arrancarle “la mejor esquina de América”. ¿Para qué? Para mantener el estado de guerra interno en todos estos países. Todo ello porque la guerra es un ambiente de Caos donde el comercio de Drogas, Armas, Carne Humana y el robo de recursos como materias primas es perfecto, así como la caída perpetua del costo de la mano de obra.
Su suplantador de señoría defiende la desinstitucionalización cuando defiende la perpetuidad de la guerra y el Status Quo actual; le parece “lindo” un país reventado en cientos de feudos, como sucede en Antioquia, Cauca, El Caribe o en la frontera colombo-venezolana, donde los señores feudales, armados hasta los dientes, siempre tiene buenas limosnas para la iglesia. “Monseñor” defiende la justicia por mano propia. En vez de confiar en instituciones como la Corte Suprema, la Corte Constitucional o la JEP a quien denomina “brazo judicial de la izquierda”; prefiere llamar a “grupos que se comprometan para combatir la izquierda”, “Monseñor” no cree en el estado pero sí en el para estado, eso lo dice todo.
La propuesta de la izquierda que hoy aspira al poder es una defensa de lo público (devolver privatizaciones y reconocer derechos laborales perdidos), es esencialmente una tarea de recuperar instituciones, reconstruir estado.
Paradojas de la historia, los comunistas siempre llamaron a los trabajadores a destruir las instituciones, al estado capitalista, para construir las instituciones obreras, con miras a que algún día, tras un largo proceso de formar conciencia (Socialismo), ya no se necesite de las mismas instituciones o estado obrero, y en eso se diferencian los comunistas de los anarquistas. (Léase el Programa de Gotha, Carlos Marx).
Prescindir del estado, aun cuando sea burgués, no es parte de las tareas de socialistas y comunistas por un largo período. Las inmediatas generaciones vemos la dura e inevitable tarea de construir nueva institucionalidad que refleje el interés de los trabajadores; pero, incluso, actualmente, con la gran ofensiva neoliberal presente, toca llamar a defender a instituciones burguesas si estas, al menos en la batalla actual contra los globalistas, evitan perder más derechos de los trabajadores y reducir la depredación del planeta como la proliferación de más guerras.
3) Desdibujar la realidad nacional: Esta Colombia que sueña con irse del país, esta Colombia masacrada, desplazada, descabezada de sus lideres sociales, desconocida y desconocedora de derechos, hambreada, bombardeada de explosivos mitos y mentiras, la describe el supuesto monseñor como “nuestro lindo país”. Es evidente que su señoría es un ser tan espiritual, tan encima de todo bien y mal, tan lejos de toda mancha de lo material, que solo puede contemplar a Colombia como un turista; solo ve el paisaje, solo contempla atardeceres y mañanas. Le enseña a los feligreses la impiedad, la indiferencia ante el dolor del prójimo, antes que el compromiso ante el abandono, la ignorancia, el dolor de la pérdida del ser querido, la solidaridad ante el atropello.
Desdibuja al país que contempla desde lo alto como “lindo” en medio de la desigualdad económica, política y social más grande del mundo y, si llega a ver algún defecto en medio de este paraíso de la cucaña, en este mar de gelatina, adivinen, ha sido la Izquierda quien lo ha causado.
Culpa a la izquierda de los daños del gobierno, gobierno que la izquierda nunca ha tenido en sus manos. Pérdida de libertades (como si se pudiera ser libre y hambriento al mismo tiempo, libre y con miedo de que te dejen sin empleo o te maten), de INTENTAR PERPETUARNOS EN EL PODER, como sí lo ha hecho la oligarquía que le da limosnas a la iglesia hace más de 200 años. Acusa a la izquierda de robar o de que robará recursos y las concentrará en manos de unos pocos como si eso precisamente no es lo que hacen los gobernantes de este “lindo país” hace dos siglos.
4) Difundir el miedo. Todo lo anterior no lo hace “monseñor” para hacer reflexionar, como crítica específica o preocupación patriótica de uno de los que sienten “amor de patria”. NO. Su objetivo es reproducir el miedo, crear terror al cambio. Su objetivo es terrorista si vemos que es precisamente el terror a lo nuevo, por ende, a lo desconocido; Un elemento central de su discurso.
“El miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad, y el miedo más antiguo y poderoso es el temor a lo desconocido. “ (El horror sobre natural en la literatura. Página 5 H.P Lovecraft)
Pero la evidencia actual refuta el terror que su señoría pretende meter con mentiras en los huesos de los católicos que lo escuchan.
a) Prácticamente, la tercera parte de la humanidad vive hoy bajo uno u otro tipo de régimen de izquierda, con resonado y aparente éxito en el caso de Alemania, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Noruega o China que hoy es la principal potencia económica del mundo, como otros donde los resultados son criticables permanentemente, tal cual sucede en Venezuela, Cuba, Nicaragua o Corea del Norte. O el caso de otros gobiernos también de izquierda que no generan ni críticas ni elogios, como sucede con España, México, Argentina, Bolivia o Perú.
b) En muchos de esos países, el respeto a los derechos humanos es mayor que en la “tierra de las libertades”, los EEUU, en donde aun hoy se presentan más de 3000 homicidios de Odio por año (por racismo, feminicidios, por venir de otro país, etc.), o en Ucrania, en donde el fascismo hace parte integral de sus fuerzas armadas. porque precisamente la izquierda en general, salvo excepciones ya conocidas, se preocupa por esos temas y en esos países, como en los más capitalistas, hay ricos muy ricos, pero se pretende que el pobre sea menos pobre.
Está demostrado que la pobreza aumenta la ignorancia. La falta de derechos sociales hace que la gente acuda más a la religión. El miedo a perder el trabajo, no llenar la nevera, el miedo a no tener en dónde vivir, a perder la vida, etc., te hace más temeroso a los cambios, a las revoluciones, miedo a la solidaridad, a mostrarte más consecuente con el amor al prójimo que tanto profesa tanto religioso. El miedo te hace más egoísta y, por ende, más decadente y pusilánime. Pero “Monseñor” no pretende la salvación del país, aboga claramente porque se siga destruyendo y que, en su magnánima sabiduría, él pueda seguir guiando a sus ovejas al matadero, donde terminan por cierto todas las ovejas.
Y lo contrario, donde hay derechos sociales asegurados, garantizados por mucho tiempo, la gente disminuye su religiosidad, no hay que prohibirla, eso pasa, por ejemplo, en los países Nórdicos y Alemania.
Soy una pobre oveja descarriada que mira con más desconfianza al pastor que al lobo. ¿Qué debo hacer para volver al redil del señor y salvar de esta forma mi alma? Seguiré buscando la mano del caído, del olvidado y discriminado. Me confundiré entre los que sudan por obtener el pan, por los que luchan y forjan con su esfuerzo la libertad. Porque la libertad no se decreta, se gana unidos, a mano y sin permiso; para conquistarla es contra el hambre, la desigualdad, el terror y la ignorancia contra lo que debo luchar. Seguiré buscando a Dios en las personas nobles que se comprometen con sus acciones por hacer más amable al mundo y denunciar al poderoso que lo quiere destruir.
Así es, no sé cómo salvarme, le tengo más miedo al pastor con sotana que al lobo con piel de oveja.
Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia