Colombia: Un país no pensado para las mayorías

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: Médico asmedista Alejandro Hernán Quintero Galeano (foto)
Ginecoobstetra

No solo se trata del modelo económico aplicado sino de la forma como se aplicó. Si algo nos ha quedado claro en las crisis económica, política, social, ambiental y ética actual, en las que nos encontramos, es el fracaso del modelo neoliberal y la cooptación de nuestro Estado por unas élites asociadas al narcotráfico y el delito.

Analizando el genocidio nazi, Hannah Arendt nos habló de la banalidad del mal, situación que lastimosamente se ha repetido en nuestro territorio; todavía hoy tenemos defensores acérrimos del mayor genocida latinoamericano: “el gran colombiano”.

Hoy con las múltiples evidencias se puede hacer un análisis más fácil en retrospectiva:

El proyecto narco-paramilitar surgido en los años 80 heredó de Pablo Escobar el negocio del narcotráfico y su combinación con la política para la cooptación del Estado colombiano en un proceso de doble vía: un modelo económico que permitiera la concentración de la riqueza: el neoliberal, afín a las intenciones de la economía imperial BM, FMI, privatizaciones, desindustrialización, globalización y financiarización de la economía, apareciendo los grandes monopolios financiaros: Sarmiento Angulo, Grupo Empresarial Antioqueño GEA y las multinacionales; un método violento que permitiera la concentración de la tierra, la acumulación por desposesión1, ese fue el narco-paramilitarismo, con múltiples masacres y desplazamientos de indígenas, afros y campesinos de sus territorios2 para pasarlos a pocas manos de prestigiosas personalidades: políticos y empresarios, y permitir a las multinacionales jugosas concesiones minero-energéticas (lo que acertadamente Gloria Cuartas denomina la geografía de la guerra3), lo mismo que la privatización de sectores a cargo del Estado como la salud y la educación.

Este proyecto sólo tenía unos opositores: los movimientos sociales, los sindicatos, las/los defensores de derechos humanos, las/los líderes ambientalistas, los movimientos subversivos. Ese fue el blanco de la acción violenta: toda la población que se oponía a ese modelo (el enemigo interno); la disculpa, basada en dos sofismas: la lucha contra la subversión (o la “amenaza terrorista” del uribato) y la lucha contra el narcotráfico (Plan Colombia).

Todo un proyecto delictivo nacional e internacional, acorde a los intereses del imperio. Ese fue el proyecto de las élites emergentes asociadas al narcotráfico y las tradicionales en los últimos 30 años. Ese el proyecto del uribato que significó su dominio y le ha permitido la impunidad a su jefe a nivel nacional e internacional.

No es extraño, al hacer parte del bagaje del sistema capitalista, que el imperio priorice sus intereses económicos, geoestratéticos y geopolíticos sobre el delito, incluidos los que van contra la humanidad (lesa humanidad); por ello, su oposición y rechazo a la Corte Penal Internacional CPI, a la jurisdicción de ese organismo para con los suyos. Por ello, repito, a pesar de las múltiples evidencias, no vemos la ejecución de la justicia nacional ni la internacional realizarse sobre la cabeza política de este proyecto, económico, genocida, narco-paramilitar, en nuestro país: al “gran colombiano”.

Esto es lo que vivimos los colombianos hoy; pero si nos retrotraemos al pasado reciente, teniendo en cuenta estos elementos, encontraremos más fácil la explicación de asesinatos como el de Luis Carlos Galán o Rodrigo Lara Bonilla, el genocidio de un partido político: La Unión Patriótica, ser el país a nivel mundial con mayor número de desplazados internos , uno de los más peligrosos cuando se es defensor de los derechos humanos, el más peligroso cuando se es líder ambiental, uno de los más peligrosos cuando se es sindicalista, etc.  La población civil se volvió el blanco de la violencia estatal y para-estatal bajo la premisa de “quitarle el agua al pez” o, más bien, para no tener obstáculos a sus intereses, para dejar las tierras desoladas, esas de interés económico, para apoderarse de ellas e implementar una destinación acorde a los intereses del capital nacional e internacional.

Otro tanto similar pudiéramos decir, siguiendo la misma matriz de análisis, del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, de la creación del Frente Nacional, del Estatuto de Seguridad de Turbay, etc. La constante unas élites unidas en contra de la población, de las mayorías, pensando solo en sus propios intereses y procurando sus beneficios particulares, no los del pueblo, no los de las mayorías. Los estudios de Eduardo Sáenz Rovner sobre el papel de La Andi en la época de la mitad del siglo XX son ilustrativos4. El propio Alejandro Gaviria, hoy flamante candidato presidencial, lo expresó claramente: “»Desde los años sesenta al menos, un arreglo pragmático, un pacto implícito, ha caracterizado el ejercicio del poder en Colombia: los partidos políticos tradicionales han permitido o tolerado un manejo tecnocrático y centralizado de la macroeconomía a cambio de una fracción del presupuesto y la burocracia estatal, a cambio de auxilios parlamentarios, partidas regionales y puestos”5, por algo aquella lapidaria pero recordada frase: “La economía va bien, pero el país va mal”6.

Un país pensado para unos pocos a costa del sufrimiento y la exclusión de las mayorías. La apropiación del dominio económico del Estado por parte de pocas familias, la formación de conglomerados económicos, el patrimonialismo del Estado, así lo certifican.

Más que la teoría del Estado débil, lo que tenemos es un desarrollo concentrado en pocas manos, asentadas en metrópolis altamente estratificadas, con una periferia abandonada a su suerte, solo presente cuando algún interés clientelar y/o económico las hace atractivas, bien sea para comprar votos o para usar sus territorios con explotación minera, petrolera, ganadera, cultivo de palma, azúcar, coca y narcotráfico. Por ello, estamos de acuerdo con el senador Iván Cepeda cuando expresa que más que un Estado débil lo que tenemos en la periferia es una “dictadura militar con enfoque territorial”7, en donde la violencia militar y para-militar ha sido una constante para asegurar el dominio territorial que le ha permitido al gran capital desarrollar sus intereses económicos. En otras palabras, donde la violencia ha sido la forma de imponer el modelo de desarrollo concentrador de la riqueza y la tierra en Colombia, afín a los mandatos imperiales, al modelo neoliberal, a la participación de Colombia en la división del capitalismo mundial.

Por ello, es falso que seamos un país democrático, en donde se respetan los derechos civiles y políticos; tampoco se respetan los económicos y sociales; mucho menos los culturales y de género. La consigna de la “democracia más antigua de Suramérica” no es más que otro sofisma, otra mentira histórica repetida múltiples veces en foros internacionales.

En el debate actual para las elecciones de 2022, tenemos tres opciones: continuar con el narco-Estado, la corrupción, la barbarie y el modelo neoliberal a través de los candidatos del uribato; limpiar la cara al establecimiento del asocio con el narcotráfico y la barbarie, continuando con el modelo neoliberal a través de los candidatos Alejandro Gaviria y/o Sergio Fajardo, o el intentar una apertura democrática rompiendo con la historia de la concentración del poder en la élites a través de la propuesta social-demócrata anti-neoliberal, anti-corrupción, anti-barbarie y anti narco-Estado del Pacto Histórico.

El pueblo es el llamado al cambio, a ser protagonista, participar y asegurar que no se concrete otro fraude electoral más (Pastrana 1970, Uribe 2002, 2006, Duque 2018), a la construcción de un país pensado y realizado no para las élites económicas y políticas sino por y para las mayorías, para los de abajo.

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1 http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20130702120830/harvey.pdf

2 http://revista-theomai.unq.edu.ar/numero%2026/Vega%20Cantor%20-%20Colombia.pdf

3 https://www.youtube.com/watch?v=JTERFr6PZjA

4 https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/3027/01PREL01.pdf?sequence=9&isAllowed=y

5 https://www.polodemocratico.net/el-clientelismo-es-politica-de-estado-en-colombia/

6 https://www.las2orillas.co/que-cambio-de-la-economia-va-bien-pero-el-pais-va-mal/

7 https://cuartodehora.com/2020/07/17/dictadura-militar-con-enfoque-territorial/

 

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia