El destino de la humanidad exige un acceso igualitario a las vacunas

Tomado de: www.elcolombiano.com

Por: Rosemarie Muganda
Columnista de El Colombiano

(Artículo publicado originalmente el pasado 29 de agosto de 2021)

El extraordinario esfuerzo mundial que permitió desarrollar en tiempo récord vacunas seguras y eficaces contra la covid-19 pone de manifiesto el poder que tienen estas para acercarnos a nuestros seres queridos y a un mundo más próspero y equitativo en el que todas las personas tengan la oportunidad de realizarse. Las vacunas, una de las mayores innovaciones de la medicina moderna, aseguran una vida saludable a miles de millones de personas. Pero para que sea posible cortar los brotes de enfermedades prevenibles (no solo la covid-19), las campañas de inmunización deben llegar a una masa crítica.

Tomemos este ejemplo: cerrar las escuelas para proteger a los niños contra la covid-19 puede parecer una medida inédita, pero en 1937 un episodio de poliomielitis en Estados Unidos inspiró la creación de programas de escolarización por radio (una temprana innovación en el área del aprendizaje a distancia). En esos días se pensaba que aquella era una enfermedad exclusiva de países industrializados, hasta que un brote importante que tuvo lugar en Sudáfrica en 1948 llevó a instituir la primera fundación africana dedicada a la investigación de esta enfermedad, y generó conciencia sobre la carga que suponía para el mundo. En los años cincuenta, la polio llegó a paralizar a una media de 600.000 personas al año.

Felizmente, con el correr de la década los científicos desarrollaron las primeras vacunas contra ese virus. Y desde que se lanzó en 1988 la Iniciativa Mundial para la Erradicación de la Poliomielitis, la inmunización redujo más de un 99 % la incidencia mundial de la variante silvestre, de cientos de miles de enfermos al año a un puñado de casos endémicos en solo dos países: Afganistán y Pakistán.

En 2020, África obtuvo la certificación de erradicación total de la variante silvestre, un muy necesario atisbo de esperanza para el continente en medio de la pandemia. Hoy, una amplia cobertura de vacunación da motivos para creer que esta puede ser la segunda enfermedad (después de la viruela) que se logrará eliminar por completo gracias a la inmunización.

Pero eso no quiere decir que se haya detenido: en 2014, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio la voz de alarma designándola emergencia de salud pública de importancia internacional. En particular, las áreas con bajas tasas de inmunización son vulnerables a la aparición de brotes de poliovirus circulante derivado de vacunas (cVDPV, por la sigla en inglés), que ocurren cuando el patógeno debilitado contenido originalmente en las dosis orales recupera más tarde la virulencia.

Hoy hay más brotes de cVDPV que de la silvestre y, aunque ya estamos cerca de derrotar al virus, la falta de recursos, las situaciones de guerra o agitación civil y las interrupciones de las campañas de inmunización relacionadas con la pandemia hacen difícil mantener la amplia cobertura necesaria para detener esos brotes antes de que comiencen.

Hasta el momento, la crisis de la covid-19 causó la postergación de 57 campañas vitales en 66 países, lo que afectó a cientos de millones de personas, en su mayoría niños africanos. En noviembre de 2020, la OMS y Unicef pidieron acciones urgentes para evitar que la interrupción del acceso a las dosis cause una crisis secundaria de brotes de sarampión y polio.

Mientras el mundo se une en la lucha contra la covid-19, la organización Path y otras entidades siguen pidiendo a gobiernos nacionales y donantes que redoblen esfuerzos en la inmunización contra la polio y otras enfermedades curables con una vacuna. La nueva Agenda de Inmunización 2030 ofrece un marco internacional que será crucial para recuperar el tiempo perdido y fortalecer nuestra resiliencia colectiva. La pandemia ha demostrado que la difusión transfronteriza de enfermedades infecciosas es una amenaza continua. Por eso, alcanzar la cobertura internacional redunda en el interés de todos.

Resulta alentador el hecho de que la cooperación de la comunidad científica hiciera posible el desarrollo de vacunas eficaces contra la covid-19 en tan poco tiempo.

Invertir en la prevención de enfermedades a través del desarrollo y la administración de vacunas supone protección para todo el mundo y beneficios durante muchos años. Por eso resulta alentador el hecho de que la cooperación de la comunidad científica (sobre la base de muchos años de investigar otros coronavirus) hiciera posible el desarrollo de remedios eficaces contra la covid-19 en tan poco tiempo.

Los frutos de estas inversiones ya comienzan a verse, no solo en el caso del coronavirus, sino también para la polio. El año pasado, tras una década de investigación y desarrollo, la nueva vacuna oral contra la poliomielitis tipo 2 (nOPV2) se convirtió en la primera con aprobación para uso en emergencia de la OMS. Los investigadores confían en que la nOPV2 será menos propensa a iniciar nuevos brotes de cVDPV2 y así contribuirá a acelerar la erradicación.

Tratándose de enfermedades muy contagiosas como la covid-19 y la polio, nuestros destinos están vinculados; lo que afecta a una parte del mundo, afecta a todas. Invertir en herramientas para un solo país no ayuda a controlar o eliminar esas amenazas sanitarias globales. Por el contrario, el acceso mundial a las vacunas debe seguir siendo el eje de nuestros esfuerzos. En esto puede contribuir un fuerte compromiso de los gobiernos nacionales y proveer financiación a la Agenda de Inmunización 2030.

La globalización ha reducido las distancias que nos separan. Mediante un compromiso con el acceso equitativo a las vacunas el mundo puede avanzar hacia un futuro compartido de salud y prosperidad.

Tomado de: www.elcolombiano.com