APUNTES PARA LA HISTORIA DE UNA FAMILIA

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

 Por: Médico asmedista Guillermo Henao Cortés (foto)
Ginecoobstetra, Poeta

Cualquier cosa que pueda decirse lo mismo en prosa se dice mejor en prosa.

T.S. Eliot

(Función de la poesía y función de la crítica. 1933. Ed. Seix Barral. Pág. 161)

 

I

Regresó después de varios años.

 

Sobre su escritorio un recado telefónico   “mi niño

falleció ayer

                        lo enterraremos mañana a las once.”

Pensó en el de dos años, por lo de niño. Y al ver

de lejos el cartel de la funeraria

“El Señor Pedro Luis…”,     le pareció extraño,

al no leer la letra menuda, que llamaran señor

a un niño de dos años, así fuese hijo de burgués,

que no lo era,

y más cuando ya pasó -¿verdad?-  la época de tales cosas.

Un tiro en el cráneo

y las versiones son también numerosas

a los 18. Iba por la calle con un amigo.

 

Qué me une a ella todavía”, se pregunta

mientras acorta la autopista. “Porque  las tardes

de aquellos bellos coitos están lejanas”.

“¡Hermoso!¡Hermoso!¡Hermoso!”, “Gritaba ella en cada ocasión,

muy diferente a las demás.”

Los recuerda

borrosos

peor que ella, se lo aseguro,

si juzgo por la emoción erótica

conque me recibía en mis últimas visitas a su casa.

Cada vez que la veo, incluso en esa noche, me llega

su jadeante insistencia

al sentir la presión profunda de su propio acoso”.

 

Ya no recuerda cómo empezó, o al menos eso nos dijo.

Por vecindario,

por su marido –“hola, cómo estás. Bienvenido”-,

quien nunca pudo ubicarse en ningún trabajo estable

-no se acomodaba con ningún patrón y no gustaba de los sindicatos-,

pero tan conversador, tan invitador

y buena persona.

Recuerda sí que los encuentros se apretujaban unos con otros,

gratificantes todos;

que su esposo se mantuvo siempre amable y servicial

y que ella, también de agradable palabra, animaba

los momentos siguientes

con largos relatos

sobre los sucesos de la familia. “Él es de orgasmo difícil

y fácil llanto”, “me dijo en una ocasión, en nuestro lecho “.

O: “Mi niña

ya tiene novio    le insisto mucho en que cuide

su mariposita.” O,

volviendo al caso,

qué bueno para ella,

tenerte a vos todas las noches”,

le repetía en varias salidas, después de terminar.

 

Pero es inútil vivir de recuerdos y ella no lo hace.”

Depuso cuanto sentía por su amigo,

no volvió a mencionar las plácidas escapadas

y se comportaba como si nada hubiese ocurrido,

mas no por su marido.

Se hizo a un lado, con alegría,

esperando buena suerte para su hija con él.

Pero no, no voy a contarle la historia de su hija conmigo,

digo,

     de su hija mayor,

que, aunque compartía también, y con agrado,

dejaba traslucir otros intereses”.

 

¿Por qué

¡verdad!

terminaron los encuentros de ellos?

En esto, como en lo demás que ocurrió, indagar por las causas es buscar un culpable,

que no me incumbe,

y tampoco hay alguien interesado, ni siquiera el padre y esposo.

Además a ella no la conocí

y él no se presta para ningún comentario; quizá otro día

anochezca con disposición.

 

Próximo a la salida de la autopista se dijo a sí mismo ”sé fuerte,

sé que lo eres,

no te dejes convencer de nuevo por ella,

de seguro que su mamá no se opondría, igual que antes,

pero regreso por la muerte de Pedro Luis –¿será el pequeño o el mayor?-,

por su marido, por su papá,

porque soy amigo de la familia.”

 

“- Agradezco a todos que me hayan tenido en cuenta,

después de tantos años sin visitarlos.”

(Y él, el marido-padre, que se comporta siempre como un buen amigo,

lo saludó con agrado y agradecimiento).

Sintió, ¿cuánto tiempo que no?, ese calor de la solidaridad

que lo convierte a uno en humano. “!Cuídate¡”, se dijo,

al tocar la puerta del cuarto piso. “Lo nuestro,

sabes,

          está más enterrado que él.” ¿Y luego?

Que qué sentí? Perplejidadasombrofrustración,

orgullo aporreado,

                   todo junto

                              o nada.

No afloraron reminiscencias, como era de esperar:

en la madre, de tantos orgasmos irrepetibles,

en la hija, de tantas noches de caricias y baile.

El, de quien nunca se supo de cuanto estaba enterado,

hizo lo de siempre: saludar y, aunque compungido, con amabilidad.

Un desconocido entraba y salía de cuando en cuando

del cuarto contiguo -¡Sí, se lo aseguro¡-, y sólo ella

faltaba en la conversación que sostenían

con pesadumbre en la sala, dedicados a atenderme,

a contarme los luctuosos detalles. Entonces, ¡ella está adentro¡, pensé.

 

Era un joven alto, fornido y musculoso,

salía y entraba y entraba y salía y volvía a entrar.

Pero, ¿cómo saber quién es, si nadie menciona nada?

¿Amigo? ¿Novio? ¿Amante?

Da lo mismo.

             Todo es igual y normal

              y poco modifica.

 

(Mucho después de cuanto hubo entre ellos, supo que el joven

era un físicoculturista con el que ella se fue a vivir).

Se sintió, continúo el relato, satisfecho de su propia reacción cuando le invitaron

a visitarla en su lecho de enferma; de su mirada,

la de ella,

de las suyas propias,

de la tersura de su blanco brazo aprisionado entre sus dedos,

de las amables palabras del otro y de las respuestas de ella.

De lo amigables como quedaron todos,

con solicitudes y promesas de esperarlo de nuevo,

de la hermana del medio que, no como en las primeras visitas, contestaba ahora

sus preguntas, aunque a veces ocultaba su tierno rostro

detrás de un profundo mutismo.

“!Volveré, sé que volveré, sé que ya estoy liberado,

sé que su madre, su padre, sus hermanas

y también su amigonovioamante serán mi apoyo y mi abrigo;

que por fin podré gritarme

que es a ti a quien he anhelado y buscado desde cuando eras una niña,

que sólo esperaba que crecieras

y hoy me miras de frente y te encuentro casi hecha una mujer,

mujer sola y deshabitada,

¡mujer¡”.

II

Cuando ella cumplió 18

fue invitado.

Grata fiesta.

Felicitaciones

regalos

nuevos conocidos

ronpasabocasplatofrío

músicafotosflores.

Bailó también con su hermanita de 12,

quien aún no había dejado de ser una niña

y le miró con ternura. Hasta salió a la puerta a despedirle.

Y al verla, allí parada, atenta, silenciosa,

esfumándose de su vista,

deseó devolverse y prometerle todo.

Pero sólo lo hizo mucho, mucho después.

 

III

Cuando ella cumplió 21

regresó a conversar con ella, en varias ocasiones.

Su hermanita, ahora de 15,

estaba tocada

por la pasión sin sexo cumplido

hacia los jóvenes.

-Comprendió

que a su edad eran vanas esperanzas en quien no le detallaba

ni le ofrecía siquiera un saludo-.

Y su cuerpo y su vestir

y su andar y su portarse

eran sólo sexo rebosado

pero no para él.

 

IV

Me dan tantas ganas de llamarla,

pero

     ¡si es que sólo es una niña!  y su familia

tal vez siga creyendo que aún lo es.

Si me miraran con temor o rechazo, me sentiría

haciendo lo no acostumbrado

con unaaúnnoindicadaenningúnsentido.

Pero sé que ella es una mujer

y lo demás son aditamentos

                          -¿mejor diques?- de quienes

no tienen por qué entrometerse.

                              Y además,

                              el ejercicio del amor

nos haría iguales.”

 

V

Cuando ella cumplió 23

volvió

al hogar herido por la muerte del otro hermano

-cráneo errante al que llega bala en vuelo-.

Ahora ella tiene 17

y se percata de que él existe y le contesta alguna pregunta introductoria.

Pero al instante desvía la mirada

y calla.

Él se entusiasma porque al menos

le miró varias veces.

Y cuando se despide de la familia apesadumbrada

ella busca sus ojos y esboza una tibia sonrisa.

 

En último término, también puede ocurrir que la familia

no comente nada o simplemente guarde silencio”.

Pero aún persiste el temor de que todo esto

sea tan sólo

oscura pasión

ajena a lo que ella sueña

y hace.

 

En los días siguientes

repetía y repetía su nombre en silencio

en el carro,

en la oficina,

en las reuniones,

en el comedor, en su lecho,

sin querer distinguir

entre un capricho y una necesidad.

 

VI

-Y después, qué pasó?

-“El resto poco importa.”

-Pero cuéntanos, de todos modos.

No fue un recado sino una llamada telefónica,

dos días después del entierro y la visita.

Pensé que mediaría, no por ella misma –ya sus ojos no mostraban deseo-,

sino por su hija,

                 digo, su hija mayor,

aunque estaba de por medio la del medio.

Su inquietud se hizo más tensa

con sus palabras,

que estallaron como otro “escopetazo”, pero en los oídos de él:

Mi niña está muy interesada en conversar con vos.” (No, no, no era la menor,

sino la que yo visitaba, la del medio).

“Pero, ¿por qué esta estallante taquicardia, mi entrecortada y sofocada voz?

¿Es que aún puedo soportar emociones tan fuertes?

A mí también me interesa muchísimo. ¡Pasámela, pasámela!”

 

VII

Luego vendría lo demás: algunas visitas a la casa

que a él incomodaban. “¿Te parece bien

toda la familia en la casa, tu mamá y hasta tus hermanas,

y tu papá acaparando la conversación,

como siempre, entre cerveza y cerveza,

y apenas si nos queda para nosotros el saludo y despedirnos?”.

 

Unos cuantos regalos, que alegraron sus rostros.

Cuando logró concertar una salida (sin acompañantes)

fue su mejor momento. ¡Cuánto esperaba de aquel recorrido por las afueras de la ciudad,

¡cómo lo planeó, concuántospormayores! No para impresionarla, no,

sino para infundirle entusiasmo.

Pero poco se progresó. “Debieron ser las comprensibles timideces

de los primeros encuentros” (después supo la verdad); “por eso

ni llegué a cogerle la mano.

Lamentablemente los sábados tenía

que ausentarme de la ciudad –por cuestión de negocios, ¿sabes?-,

así que nunca nos vimos un fin de semana,

algunos viernes sí, como les dije. No se pasaba

de una salidita en carro, dos copas de vino,

ella callada,

y mi palabrería acerca de nuestro futuro.

                                          Pienso

que por eso ocurrió lo que tenía que suceder.”

 

VIII

“¿Pudiéramos encontrarnos? Necesito hablar con vos.”

Nunca había estado en este sitio…es muy agradable

Hace mucho que no salíamos    ¿Recuerdas?”

Fueron ricos momentos” “¿Fueron?   Todavía pueden ser.”

No. Está mi hermana de por medio…Me parece

que no debiste interesarte en ella.” 

-(Pero fue con ésta con la que, después de muchos bajialtos, pudo durar más años)-.

“No es la persona

que te conviene.

Con frecuencia se ausenta los sábados     Incluso los últimos

ha amanecido por fuera y no sabemos dónde.

¿No te lo ha comentado? Me lo imaginaba”.

-¡Y por qué te dijo todo eso?

No sé…     nunca le pedí explicación.”

 

En otra ocasión me comentó al respecto: “Y para entonces, en verdad,

primero las citas

                  luego las llamadas

                                    se espaciaron

y eran más cortas e inexpresivas.

 

IX

“¿Pudiéramos encontrarnos? Necesito hablar con vos.”

“¿Cómo has estado?” “Bien.” “¿Te gusta el lugar?” “.”  “¿Una  cerveza?”  “Bueno.

Mirá: ¿me podés hacer un favor? Resulta que me fui a vivir con una amiga

y no tengo para el arriendo.” (La habían echado de la fábrica, con otras obreras).

 

-¿Y no le preguntaste qué había pasado?

“¿Para qué?  Hubiera sido igual. No consultaba con nadie,

decidía por sí misma (Y con rumbo móvil).

Aunque le ayudé hasta donde ella lo pidió,

nunca visité su apartamento

ni supe lo que hizo en esos meses.”

 

X

Después de esto la vi apenas en dos ocasiones: ya hacía meses

que había regresado con sus padres.”

“¿Me podés dar con qué hacerme un examen de laboratorio?”

Y cuando tenía siete meses.”

 

Dos meses más tarde

la madre lo invitó de nuevo a la casa:

Volvé, volvé,

                             vos sabés

que al menos yo te sigo queriendo mucho.”

 

-¿Y después?

 

Nada más. Ya he hablado. Y lo que no he dicho nunca lo diré.”

 

Yo tampoco le pregunté por qué nos contó todo esto y luego me lo escribió.

 

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia