Si queremos ser serios, hay que prepararse a fondo para producir nuestras propias vacunas
Tomado de: www.eltiempo.com
Por: Moisés Wasserman Lerner (foto)
Bioquímico
Ex rector Universidad Nacional de Colombia
(Artículo publicado originalmente el 8 de julio de 2021)
Recientemente, el grupo Sura anunció una iniciativa importante para fabricar vacunas en Colombia. Bienvenida, es un gran paso, aunque la promesa de estar produciendo en 2023 puede ser apresurada. De todas formas, es un comienzo en la dirección correcta. El panorama se irá aclarando este año y el próximo.
Hace poco, el Congreso aprobó una ley de seguridad farmacéutica. Es importante porque el Estado no puede estar ausente; esperamos que no termine ‘no pegando’. Algunos ingenuamente piensan que la solución está en una moratoria internacional de las patentes. Es una solución de apariencias, no sustituye la real, que es de fondo.
Si nos dieran hoy la patente de la vacuna de Pfizer (por ejemplo), nos pondrían en grandes problemas. Además de la ‘receta-patente’, que en el fondo no es más que una secuencia de ARN, habría que tener el know how (saber hacer) para su síntesis y la posibilidad de escalarla a nivel de megaindustria. Hay que tener una industria adicional que produzca la nano-partícula lipídica portadora (otra patente tecnológica novedosa) y una cadena de suministro asegurada (que implica otras fábricas, más y diversas patentes, y sobre todo otros know how).
Si se quiere proponer un programa efectivo de solidaridad internacional, sería mejor incentivar a las empresas multinacionales para que produzcan a todo vapor, y a los países ricos para que constituyan un fondo que las suministre gratis a algunos países, y altamente subsidiadas a otros. Eso sí resolvería la inequidad en el acceso a la vacuna. Al menos con mucha mayor probabilidad que la entrega de un papel con una fórmula, con la cual ninguno de estos países podría hacer nada (ni siquiera los grandes productores como la India, que se ha visto a gatas con la producción de su propia vacuna).
Si queremos ser serios, y no tengo dudas de que deberíamos serlo, hay que prepararse a fondo para producir en el futuro nuestras propias vacunas; las regulares del programa de inmunización y las nuevas que vaya exigiendo la realidad. Para eso es necesaria una política de Estado de muy largo término, con un compromiso de inversión grande, continua y decidida, y con mecanismos estables que promuevan la inversión privada y la construcción de empresa. En Latinoamérica perdimos esa capacidad. Hoy existe, muy modestamente, solo en México, Brasil, Argentina y Cuba. En unos, por decisión política; en otros, por una combinación medianamente exitosa de esfuerzo público-privado.
Tendríamos que empezar decidiendo qué vacunas queremos fabricar. Las del programa de inmunización son unas quince o veinte, con tecnologías diferentes, y que requerirían, en su mayoría, plantas específicas dedicadas. Una estrategia razonable sería una iniciativa regional que las produzca en forma complementaria para todos los países. Hay vacunas estratégicas, que solo les interesan a muy pocos, como la de fiebre amarilla, pero también deberíamos generar capacidades que nos permitan responder a sorpresas como el covid-19.
Esa política deberá contemplar diferentes estrategias. Lo primero es construir un gran potencial de investigación. Tenemos recursos humanos, pero no suficientes y no organizados para esa tarea. El escalamiento industrial va a requerir inmensas inversiones que son de riesgo, y en nuestra normativa pública invertir a riesgo equivale a cometer el delito de detrimento patrimonial. Habrá que buscar vías legales para modernizar esa normativa y para estimular la inversión privada. Las pruebas en poblaciones grandes deberán ser un esfuerzo público-privado, y la distribución y venta deberá estar a cargo de empresas que sepan distribuir y vender, es decir, no estatales.
¿Seremos capaces? El momento es oportuno. La iniciativa de Sura y la ley expedida deben aprovecharse para arrancar.
Tomado de: www.eltiempo.com