Picasso

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: Médico asmedista Juan Fernando Uribe Duque (foto)
Poeta

Picasso es la síntesis del arte pictórico. Desde una infancia pródiga de talento, vuela, otea y explora para terminar expresándose con un dominio absoluto de la forma.  Picasso captura en un trazo simple toda la esencia del ser y su relación con la vida. Su trasegar es el viaje completo desde la academia donde el profesor pule y conduce la mano del alumno por la verdad encontrada de la técnica y el uso moderado del color, logrando texturas y trazos sin desbordar hacia la angustia de la abstracción y el figurativismo con rótulos vanguardistas.

Todo ha sido degustado, dominado y superado, evolucionando desde la desintegración cubista hasta el razonable expresionismo de suyo original al crear una atmósfera propia en donde sus personajes viven el dolor o el pasmo de un mundo que se adentra al asombro de tres guerras sucesivas que lo sumen en un drama que despedaza la mujer y la familia; es la gimiente angustia de una risa que se ha de tornar en mueca y súplica.  Ciudades enteras en desespero, confusión y muerte.

En Picasso está el dolor del drama y los mil rostros de la mujer, la soledad del ave, la lágrima y el mutismo de un abandono, el silencioso claudicar de un artista ante la noche, el músico que se momifica en un anciano de colores tristes. El azul impávido, un rosa dulce y lastimero, una risa de arlequín sin escenario, el telón que cae, la playa desolada de una bañista sin espectadores.

En Picasso confluye todo y todo huye retroalimentándose para volver a lo simple, a lo primigenio, a ese pequeño ser humano perdido en un mundo de alegría silente, tímida y hermosa, cariñosa y suplicante, una intimidad que nos embarga en el abrazo protector de la madre, en la mirada perdida de un payaso, en una paloma de flores heridas, en un niño solitario.

La obra de Picasso es tan monumental como pequeña, estremecedora, de una dulce irreverencia compasiva, tan unida a lo más profundo del alma que, con tan sólo contemplarla, una cuna y una tumba cantan al unísono un himno de vida y muerte.

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Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia