Incertidumbre ciudadana por contratos de vacunas

Tomado de: www.elespectador.com

Por: Fernando Galindo G. (foto)
Columnista El Espectador

En el reciente artículo “Futuros escenarios para la pandemia de COVID-19” (The Lancet, 16/02/2021), David Skegg y colaboradores afirman que “las solas vacunas, a no ser que logren cobertura amplia de la población, que ofrezcan protección de largo alcance y sean efectivas en prevenir tanto la transmisión del virus como la enfermedad COVID-19, no terminarán la pandemia ni permitirán que el mundo retorne a las actividades acostumbradas”.

Previamente, en la misma revista científica, Olivier J. Wouters y coautores, del Departamento de Políticas de Salud de la acreditada London School of Economics, publicaron el ensayo “Desafíos para asegurar el acceso global a las vacunas COVID-19: producción, accesibilidad financiera, designación global y distribución” (The Lancet, 12/02/2021), donde enfatizaron que estas cuatro dimensiones de las vacunas están interrelacionadas y que las etapas del desarrollo y la producción tienen implicaciones importantes para los precios y la confianza pública. Diseñaron una tabla destacando las características de las 26 vacunas más reconocidas, comparando grados de eficacia, regímenes de dosis, requerimientos de almacenamiento y transporte, precios, capacidad de producción para 2021, y reservas para países de ingresos bajos y medios; aclararon que las características descritas de cada vacuna las hacen distintas una de otra y anticiparon que los perfiles corresponden a los criterios establecidos por la OMS.

En la casilla correspondiente a producción, evalúan la autorización emitida por las agencias farmacéuticas rigurosas, como la FDA, la EMA (Agencia Europea de Medicamentos) y la OMS, señalando que AstraZeneca-Oxford, BioNTech-Pfizer, Gamaleya, Moderna y Sinopharm-Beijing Institute satisfacen ese criterio. La de Johnson & Johnson fue autorizada por la FDA después de la publicación citada. Las vacunas autorizadas han presentado los estudios clínicos de fase III y han demostrado protección contra hospitalizaciones y muertes por COVID-19. Añaden que otras vacunas han recibido autorización por otras agencias regulatorias, para uso de emergencia.

Respecto a la eficacia, les asignan los siguientes valores: AstraZeneca: 62 %, Pfizer: 95 %, Johnson & Johnson: 66 % (The New York Times, el 27 de febrero, reportó eficacia del 72 %), Moderna: 94 % y Sinovac: 50 %. De esta última aclaran que el rango de eficacia varía con base en los estudios de fase III, así: Brasil: 50 %, Indonesia: 65 %, Turquía: 91 % y Emiratos Árabes: 86%, pero advierten que estos resultados no han sido publicados en revistas científicas de revisión de pares, como sí lo fueron los de las aceptadas por las agencias rigurosas.

En la casilla de accesibilidad financiera, listan los siguientes precios: AstraZeneca: US$5, Pfizer: US$14, Johnson & Johnson: US$9, Moderna: US$31 y Sinovac: US$21.

En la designación global, las vacunas mencionadas están consideradas en el mecanismo Covax (a excepción de Moderna); además, informan porcentajes de entrega, según los convenios de precompra, que algunos gobiernos anticiparon a tiempo.

En el aparte de distribución, enumeran las dosis requeridas y las temperaturas de transporte y almacenamiento, para la entrega a las comunidades.

A más de un año del inicio de la pandemia, se ha evidenciado mundialmente la persistencia de secuelas en individuos que fueron positivos y sintomáticos en algún momento o repetidamente por COVID-19, aunque la infección haya sido leve. Esa condición ha sido identificada como “COVID prolongado”, con efectos incapacitantes que han perdurado varios meses después de contraer la enfermedad. Padecen síntomas de fatiga, sensación de insuficiencia respiratoria, cefalea, niebla mental (amnesia), pérdida de memoria y pérdida del olfato y del gusto. La OMS ha pedido a los investigadores buscar alternativas para el tratamiento de estos pacientes. En Reino Unido, algunos afectados han reportado mejoría con la aplicación de la vacuna anti-COVID-19. El doctor Tim Spector, del King’s College de Londres, inició el seguimiento a 600.000 pacientes para determinar ese efecto benéfico de las vacunas. Se ha interpretado que la infección del virus altera la respuesta inmune del afectado, originando la inflamación de los órganos a largo plazo. La vacuna podría reprogramar la respuesta inmune de los infectados, mejorando la sintomatología.

En ese contexto, es trascendental que las vacunas sean efectivas en prevenir tanto la transmisión del virus como la enfermedad COVID-19 y, por consiguiente, la eficacia considerada por las agencias sanitarias estrictas debe ser el criterio de los gobiernos al seleccionar las vacunas para sus ciudadanos, por cuanto el COVID prolongado es también objeto de la salud pública.

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