Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia
Por: Médico Alejandro Hernán Quintero Galeano (foto)
Ginecoobstetra, Asmedista
En materia de política electoral, nuevamente se encrespan los ánimos ante el pésimo gobierno de Duque y la entrada en decadencia de Álvaro Uribe Vélez AUV. Ya se calientan motores e intentan realizar linderos artificiales con el fin de asumir la mejor posición de partida ante la próxima carrera electoral para el 2022. La situación fue iniciada por el llamado que hiciera Humberto De La Calle: “Permita, ignoto y seguramente escaso lector, que insista en la necesidad de construir una coalición que en el 2022 haga presencia con un programa compartido, construido de manera transparente y sin equívocos, que aleje los riesgos para la nación de los extremismos”1. A pesar de la respuesta positiva del Senador Gustavo Petro con su movimiento la Colombia Humana, transcurridos cuatro meses de esa propuesta, se presenta una situación muy particular del panorama político de los últimos años y es la negativa a la coalición y a la convergencia de fuerzas a través de un programa en conjunto por parte de un grueso sector de los verdes con Fajardo e Iván Marulanda; el Moir, ahora Movimiento de la Dignidad, con Jorge Robledo; un sector de los liberales; Cambio Radical; exmiembros del partido de la U quienes, para sacar provecho de la situación y tomar distancia del Movimiento de la Colombia Humana, han empezado a manejar el discurso de la polarización para quedarse con el “centro político”, para lo cual han ventilado varios de sus argumentos en columnas de opinión como la de Juan Carlos Matamoros López publicada en El Espectador bajo el título: No será Petro quien derrote a Uribe2, en la que intenta separarse de Petro a través de la estrategia de los extremos, ubicándolo en la extrema izquierda, y en el “centro” a una gran variedad de personajes, desde Germán Vargas Lleras, Rodrigo Lara, partido Liberal; Fajardo con la Alianza Verde y Robledo con el Movimiento Dignidad. También, el profesor Wasserman se pronunció en el periódico El Tiempo con su columna: El centro también existe3, en el que enfatiza en la existencia del centro, nada nuevo desde las variantes del espectro político.
La pregunta clave es: ¿Es cierto que Petro con su movimiento Colombia Humana está ubicado en la extrema izquierda o es más una estrategia de campaña que oculta otra realidad de fondo?
En una entrevista al profesor Francisco Gutiérrez Sanín, en la Revista Semana en el año 2017, le preguntaron si Colombia vivía una etapa de polarización, a lo que respondió:
“Calificaría la actual como una coyuntura de polarización asimétrica, basada en una radicalización muy fuerte del uribismo y de lo que yo llamo el conservatismo selvático: sectores conservadores con posturas fundamentalistas y de derecha, representados en personajes como el exprocurador Alejandro Ordóñez o Marta Lucía Ramírez”.4
En la misma entrevista, el profesor expresaba que desde el Frente Nacional no se veía una oposición radicalizada desde la extrema derecha a la derecha política refiriéndose a la oposición del Centro Democrático CD al gobierno de Santos. Dicho argumento es retomado por la socióloga Sara Tufano para explicar la situación que estamos viviendo hoy en el país, en su columna: No es polarización, es resistencia5; en esta columna resalta el talante dictatorial del gobierno Duque, su radicalización a la extrema derecha, lo que constituye una polarización asimétrica, solo de la derecha, no de la izquierda, en sus palabras:
“Por lo tanto sería mejor hablar de radicalización de la extrema derecha versus resistencia popular a esa radicalización que desemboca en el fascismo… Pero ¿por qué algunos insisten en usar esa narrativa si la evidencia empírica demuestra otra cosa? Hay varias razones, la principal es que esa ha sido y sigue siendo su estrategia de campaña. A pesar de que digan lo contrario, posicionarse en el centro y decir que su posición está siendo liquidada por dos extremos radicalizados es más rentable políticamente”. Y finaliza: “Considero que, frente a la amenaza autoritaria más peligrosa de nuestra historia reciente y frente a la necesidad de un bloque histórico, debemos abandonar esa retórica. No pueden seguir considerando extremista a quien lucha por preservar el acuerdo de paz y la democracia”.
Si realizamos un análisis histórico a las causas de las resistencias que despierta un movimiento popular como Colombia Humana al bloque hegemónico de poder BHP, encontraremos las claves para explicar esa retórica de la polarización.
Se entiende por BHP las fuerzas que han dominado históricamente al Estado colombiano; ellas son: los gremios económicos, las élites políticas, las altas jerarquías de la iglesia católica, los medios de comunicación; ese bloque de poder, que es dinámico en el tiempo, ha establecido unas políticas que le aseguren su dominio histórico teniendo como uno de sus elementos principales el modelo de seguridad nacional.
En el artículo de revisión sobre el tema “Seguridad contrainsurgente y construcción del enemigo interno”6 realizado por el profesor Renán Vega Cantor como participación en un Conversatorio sobre el tema de Seguridad y Defensa en Colombia, evento programado por la Comisión de la Verdad y realizado el pasado 21 de octubre, el profesor argumenta que el modelo de seguridad en Colombia ha sido uno de construcción del enemigo interno como lógica contrainsurgente de larga duración; y aborda el tema, distinguiendo dos etapas para el desarrollo del mismo:
Una primera, de un modelo de seguridad informal, naciente en La República Conservadora 1886 – 1930, dirigido por El Vaticano, con influencia en nuestro territorio sobre el partido Conservador y las Jerarquías católicas; dicho modelo consistió en el control de la educación y el territorio a través del Concordato, modelo que se expresó en el odio a los liberales socialistas y comunistas, un orden teocrático cuyo lema fue “dios y patria”; en ese modelo, el enemigo diabólico fue el partido liberal, sus miembros. Se recuerdan dos jerarcas católicos muy famosos para la época: Ezequiel Moreno, obispo de Pasto, quién expresaba que “matar liberales no era pecado” en plena Guerra de los Mil Días, o Ernesto Reyes, sacerdote de la Diócesis de Tunja, quien decía que “el comunismo era una lepra galopante y le declaraba la guerra a muerte”. De esta forma, toda persona o grupo de personas que cuestionaran a la iglesia católica, al partido conservador y/o al gobierno, eran enemigas de la nacionalidad católica, apostólica y romana y debían ser perseguidas, encarceladas o asesinadas.
La segunda etapa, el modelo de seguridad formal, surge en 1945 y es dirigido por otro poder extranjero: Los Estados Unidos, instaurado entre 1946 y 1957, en período de hegemonía conservadora y dictadura militar, período en el que se trazan los elementos básicos de la Doctrina de Seguridad Nacional; este modelo preserva cuatro elementos del anterior: el miedo al pueblo, miedo a la democracia, contrainsurgencia y anticomunismo. Desde esta época, las clases dominantes se pliegan de manera incondicional a los Estados Unidos y ese país se convierte en el formador de la mentalidad castrense (militares y policía), en palabras del profesor Renán Vega Cantor:
“Las consecuencias de eso son bien conocidas y tienen que ver con los modelos de represión que se imponen en el país, entre los cuales están la persecución a todos los que son catalogados de comunistas y subversivos (trabajadores, campesinos, estudiantes, intelectuales, profesores, defensores de derechos humanos…). El trato militar y represivo a cualquier protesta, por justa y legítima que sea; la oposición a cualquier reforma real de la estructura económica y política del país; el aprendizaje de métodos de tortura que son enseñados en los manuales de guerra de Estados Unidos, que son traducidos y adaptados por las fuerzas armadas de Colombia; la creación de grupos paramilitares para combatir a lo que se denomina el “enemigo comunista”. Todo eso se da durante el Frente Nacional y se proyecta hasta el día de hoy porque, hay que decirlo, en Colombia la guerra fría nunca ha terminado”.
La construcción de ese modelo de seguridad del enemigo interno como lógica contrainsurgente, donde se generaliza y cataloga como enemigo a todo aquel que piense diferente a los intereses del BHP, es lo que explica la persistencia histórica de la violencia estatal en contra de la población: los múltiples asesinatos de líderes y lideresas, estudiantes, sindicalistas, profesores, indígenas, campesinos, afros, defensores de derechos humanos, miembros de partidos políticos, periodistas, abogados, exterminio de partidos políticos como la UP, etc. En este contexto, según el profesor Renán Vega, la democracia se reduce a unas elecciones periódicas en las que se elija al representante de ese bloque de poder que va a ejercer la Presidencia de la República o, como lo decía el expresidente Alfonso López Michelsen: “Las elecciones en Colombia son una carrera de caballos del mismo dueño [BHP]”.
Es esta situación la que explica el rechazo a Gustavo Petro al ser la cabeza del movimiento Colombia Humana que representa las causas populares en la actualidad. El senador Petro, quien no está ubicado a la extrema izquierda del espectro político sino que pertenece a la izquierda democrática, quien en múltiples ocasiones ha manifestado su interés de hacer cumplir la Constitución de 1991 con el Estado Social de Derecho por ella estipulado; quien en sus declaraciones ha enfatizado su respeto a la propiedad privada, su interés de desarrollar el capitalismo en el país con énfasis en la pequeña empresa, la industria, la transformación del campo, las energías limpias, un régimen verdaderamente democrático, etc.7, hoy es catalogado como extrema izquierda. Pero, ¿es en realidad extrema izquierda? Claro que no, diríamos estrictamente hablando que más bien es un social-demócrata, un progresista. Por lo tanto, ese calificativo de extrema izquierda es solo, como lo dice Sara Tufano, una retórica para descalificarlo, un macartismo al no defender los intereses del BHP. Caso que nos recuerda cuando al maestro Carlos Gaviria Díaz, un liberal radical en lo filosófico, demócrata en lo político y ético e integral en lo personal8, al competir por la Presidencia de la República, lo catalogaron como un extremista de izquierda con el fin de descalificarlo, engañar a la población y derrotarlo en las votaciones.
Gustavo Petro, adelantado a esta situación, lo había expresado desde el principio: “El problema jamás he sido yo, sino lo que represento. Lo que represento es lo que los llevó en el 2018 a no aceptar formas de consulta y unidad, lo que llevó a no pactar un programa que ya había sido acordado para la Alcaldía de la capital. Colombia Humana solo sirve si pone sus votos, pero no sus ideas. Lo que representamos es una multitud de ciudadanía excluida con ganas de emancipación, de democracia ya, de reivindicaciones sociales y, eso, no es lo que quieren”9.
Caso diferente pasa con Sergio Fajardo, cercano al Grupo Empresarial Antioqueño GEA, relacionado con AUV y Lina Moreno de Uribe en muchas de sus administraciones, tanto en la Alcaldía de Medellín como en la Gobernación de Antioquia; ejemplo de su talante fue su participación en el caso de Hidroituango10, en contra de la población y a favor de los intereses del GEA; lo mismo pasa con Jorge Robledo, a quien se le ha visto en negociaciones con José Obdulio Gaviria, así como muchos de los miembros de su partido el MOIR, realizando alianzas y apoyando a candidatos del Centro Democrático. Estos dos personajes se reclaman del “centro” pero están ubicados a la derecha del poder y, por lo tanto, su coalición cuenta con el beneplácito y la bendición del BHP11. En otras palabras, son más de lo mismo, diferente forma con igual contenido. Qué no decir, entonces, de los restantes personajes que piensan abrogarse la categoría de centro como Vargas Lleras, Rodrigo Lara, CR, partido de La U, liberales, como lo menciona en su artículo el señor Juan Carlos Matamoros.
Por lo tanto, la tesis del famoso “centro político” y la polarización de la izquierda no es cierta sino una estratagema política. Ante la ausencia de las Farc es necesario construir un nuevo enemigo interno y más cuando se conoce que es el rival más fuerte, como quedó demostrado en las elecciones anteriores a la Presidencia de la República; por ello, es necesaria la manipulación a través de los medios con categorías inventadas como el neo castro-chavismo y la crítica ad hominem.
La población general, los movimientos sociales y populares, no podemos caer en la trampa y debemos continuar luchando por un FRENTE COMÚN SOCIAL Y POPULAR que inicie un proceso de transformación de nuestra historia; por el cambio del modelo de seguridad nacional –causa de la negación histórica a los sectores populares de los derechos civiles y políticos-; por el derecho a la vida, la búsqueda de la paz, el respeto al territorio y la construcción de la democracia.
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1. https://www.elespectador.com/opinion/centroizquierda/
2. https://www.elespectador.com/opinion/no-sera-petro-quien-derrote-a-uribe/
6. https://rebelion.org/seguridad-contrainsurgente-y-construccion-del-enemigo-interno/
7. https://www.youtube.com/watch?v=8j433jXfCxg&ab_channel=RoyBarreras
8. https://www.youtube.com/watch?v=7mwBL2LFAJ8&feature=youtu.be&ab_channel=lfcassa
9. https://cuartodehora.com/2020/07/19/un-pacto-historico/
10. https://www.youtube.com/watch?v=YNG5l2z-A6s&ab_channel=TercerCanal
Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia