EL DÍA DE LAS VACAS VOLADORAS. Rincón de la Poesía

Del libro inédito MaríaMaríaMarííía

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: Médico Guillermo Henao Cortés (foto)
Ginecoobstetra – Poeta asmedista

 

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EL DÍA DE LAS VACAS VOLADORAS

-quiero ordeñaros,
¡vacas de las alturas!

Friedrich Nietzsche: Sobre la pobreza del más rico (Von der Armut des
Reichsten). In: Ditirambos de Dionysos. El áncora ed., Bogotá, trad.
Rafael Gutiérrez Girardot, 1955.

En mis ojos bebían las dulces vacas de los cielos.

Federico García Lorca: Danza de la muerte. In: Poeta en Nueva York. 1929.

Relato!

Relato que indagué con los amigos,

en la prensa,

en las agencias

de arrendamiento.

Se derramaban

los abanicos delosdíasylasnochesylosdías

y el momento planeado,

se derrumbó, insostenible,

sobre hombros infundados.
El basamento eras tú,

tu iniciativa incoada y reiterante.

Acuden los amigos a hornearnos

frescos y nuevos como niños

-los niños son los hombres más viejos-,

y charlan que da envidia.      Te solazabas como nunca,

con las ata duras de nunca.

Tu fogaje

con movía

mi muslo

y el carro

que forzabas

a doblegar los re pechos.

No latían olores distintos de tu aroma,

melodías distintas de tu sonrisa y de tu canto.

Las elásticas frases

rebotaban de los oídos y las bocas, y mi ánimo arremetía amordazado.

Cada día aprendo de ti. Quizás ignores todavía

que mis blindadas corazas se derriten

con tu sola presencia.

Llegamos al paradero preciso e inesperado.

TeresaGil nos aguarda,

incognoscidos. Lo fortuito

-un hogar, una persona, los animales del terruño-, aparece al encuentro

estando de antemano

y allí es.

No busques en comercios,

desecha intermediarios.

EL MUNDO TE HACE A TI Y TÚ HACES EL MUNDO.

Por la verde ladera

descendemos al río. Las aguas se mueven mas no pasan. Ni las crepitaciones

de sus extrañas de cristal, de pedruzcos y lodo,

atrapan

los oídos del aire. La corriente repele, incesante,

la ex tensa playa, de arena mate

e inanimada. A lo lejos,

entre las piedras de la abrupta cascada, se desgrana

el agua nutricia

en plateado va por. Los de Salta

lo lograron,

las compuertas sin puertas

abiertas a existir,

estremecidas por los sicus y las quenas

de antepasados destruidos que resurgen en ti. Elevamos

las volutas de ron

que tu cantar re presa con los sauces, los barrancos

y la hierba que crece.

Arriba, en el soleado techo de la colina, pastan las reses.
La brisa esparce su rumiar y las inquietas mariposas. Las vacas

fijan sus ojos de agua en los amigos que ríen

en la orilla; despliegan

hacia ellos

sus alas vertebradas

y planean sobre las nuestras.

Ex tiendes

tus largos brazos, ¡muelle recepción!,

con tienes en ellos el mundo

exterior, inagotable,

y lo recibes dadivosa.

Los cuatro amigos se fusionan

-sol vente sin so lutos extra años-

en un brindis de entrega,

enajenado

arrobo de realidad.

Aquella tarde,

la tarde de las vacas voladoras,

de la naturaleza voladora

y totalizante, la exultación de tu ardorosa fantasía

puso pies en barro

y tu vehemente pasión desparraamada

creó semillas corruptibles que no mueren.

Regresemos
a la infancia

    recorrida

por incendios fugaces y perpetuos,

a la infancia

  que en ningún tiempo se debe abandonar.

 

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

 

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