Cuarentena y algunos de mis pensares

Apuntamientos y reflexiones

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: Médico Alberto Restrepo Ochoa (foto)
Psiquiatra

Empiezo esta romería de pensamientos afirmando lo que es irrebatible:

PSIQUIATRISMO

HOY con la mercantilización de la Salud, el ejercicio de la psiquiatría en ámbitos institucionales, que son casi todos, se ha reducido a un mero PSIQUIATRISMO.

PSIQUIATRISMO es un vocablo, injustificadamente poco usado, que designa:

“La aplicación insensata, falaz y mentirosa de los principios psiquiátricos de manera mecanística injustificada, sin una cuidadosa investigación de las dinámicas del sujeto al cual los principios se deben aplicar”

“El PSIQUIATRISMO tiende a estandarizar y sobre simplificar los complejos problemas de relación y causalidad, ignorando la enorme importancia de las variaciones individuales”

Este concepto de PSIQUIATRISMO también aplica al uso libertino, desjuiciado, de las teorías y procedimientos psicodinámicos.

«Coño«, me dice mi colega Absalón, «en nuestra psiquiatría son muchos los clavos que hay.  Mierda, es que, para todos, basta con un martillo.  Después de destorcer desclavar y a muchos descartar, coño solo quedarían unos pocos buenos para fijar fuertemente».

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Pienso, por mi experiencia, que, en la experiencia del vivir humano tanto corriente como excepcional, Mente Cerebro Cuerpo y Comportamiento, están siempre interrelacionados en una CONVERSACIÓN continua.

Pero, ¿y dónde está la MENTE?

La CONVERSACIÓN no puede ser muda, ininteligible, si la reducimos, como hoy, a solo cuerpo y cerebro.

Este esquema de cerebro y cuerpo hoy dominante en la psiquiatría convencional, tan académicamente ensalzado, carece de las frescuras, arideces, colores y livideces de la vida y el vivir.

En psiquiatría, sin saber aún por qué enfermamos, estamos embebidos con la fácil y falsa explicación de que todo es físico, devenido de lo genético, algo que sigue ganando terreno entre los psiquiatras y médicos “fisicalistas”.

Y, consecuentemente, dicen los fisicalistas, para que meter la MENTE en una CONVERSACIÓN, en la cual no tiene derecho de pertenencia.
Es la hoy llamada por filósofos de las ciencias médicas, “la manera fisicalista de pensar”.

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En el quehacer psiquiátrico corriente, que es el mayoritario, el médico no dispone de una sola prueba diagnóstica, marcadores como hoy les llaman, que corrobore su diagnóstico.

Pero es que en la consulta psiquiátrica corriente uno aprende y constata que la gente sufre más por problemas de la vida que del cerebro y el cuerpo.

A pesar de la tanta algarabía bioquímica y genética, hasta ahora con el furor y el peso de una humareda, en psiquiatría no tenemos marcadores de enfermedad. Culpa de nadie.

Para mí el cerebro y la vida humana son más difíciles y misteriosos que cualquier otra cosa.

Infortunadamente muchos psiquiatras y pacientes no quieren saber ni admitir esto. Es como si pensaran y dijeran: Si los problemas no son físicos o rotulables como tales y son laboratorio negativo, entonces no son reales.

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¿Por qué la psiquiatría, de manera no escrita, fue convertida en el destino y depósito de pacientes con sufrires para los cuales los médicos no psiquiatras no encuentran la prueba diagnóstica que les dé bautizo y nombre de verdaderos entes físicos, como sí ocurre con una amibiasis o una gonorrea?

Para mi este ocurrir del “mándelo a psiquiatría”, se debe a:

• La muy descuidada necesidad de mejorar la educación psiquiátrica de pregrado.

• La muy descuidada necesidad de integrar a la psiquiatría con otros servicios clínicos en los cuales se hallan “pacientes con estas dolencias de laboratorio negativo”. Y, esos males, a más de muy comunes, tienden a ser crónicos. Los muchos males digestivos, cefaleas, trastornos del sueño, y muchos, pero muchos más.! ¡Ah, y los sexuales!

• Que en la medicina no psiquiátrica se incubó y empolló –y no se quien puso el huevo–, la muy afincada noción de que lo que no es físico, lo que tiene laboratorio negativo, lo que es crónico porque el mal no se va y el paciente sigue doliente y viniendo, entonces hay que remitirlo, o despacharlo, a psiquiatría.

• La rotulación peyorativa que los médicos hacen de estos pacientes: gadejos entre nosotros –ganas de joder—, o gomers –go out of my emergency room, vete fuera de mi sala de emergencias, o frequent flyers –viajeros frecuentes, en Estados Unidos.

La incubación del “mándelo a psiquiatría” que mencioné, incluye la presumida noción de que los psiquiatras saben oír mejor, tienen más tiempo, más empatia, y más paciencia para “lidiar” a gadejos, gomers y frequent flyers.

Pienso, aunque no estoy seguro (¿de qué puede estar uno seguro en estos malezales?), que los médicos de otros órganos y sistemas, ojos, pulmones, riñones, corazones úteros trompas y lo demás, no rotulan a sus pacientes como gadejos, gomers o frequent flyers.

Y, créanme, el mal manejo de estos problemas auténticamente médicos es un asunto no resuelto todavía, dada la impreparación de los médicos “fisicalistas”, y de los psiquiatras docentes que no educan o se integran como lo deben hacer, o que asimilaron la noción de tener que ser los infaltables destinatarios de los doctores “fisicalistas” y sus remitidos pacientes de “laboratorio negativo”.

En síntesis, con una educación-integración mejor en psiquiatría (en y con la medicina), muchos de estos pacientes no empezarían el viacrucis de viajar con destino psiquiátrico, sin pasaje de regreso.

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PENSAMIENTO: Presumo que en nuestra psiquiatría la investigación es “high tech scientific investigation”. Si así es, pues está bien.

Pero, y sigo pensando:

¿Y, al igual que la llamada “investigación básica de la high tech”, me pregunto si también se estará haciendo investigación clínica para establecer la expresión fenotípica y las dinámicas existenciales de, digamos, trastornos de sueño en niños*, fenómenos disociativos-conversivos y tanta psicopatología no abierta a la “high tech”?

*Infantil es un adjetivo que califica al nombre-sujeto que le precede. No diga ortopedia y menos psiquiatría infantil, pues solo hay ortopedia y psiquiatría de niños y adolescentes. Y, menos aún, no diga psiquiatra infantil, que, aunque puede haberlos aniñados y simplones, la mayoría no lo son. Diga con orgullo yo soy psiquiatra de niños y adolescentes.

A pesar del inveterado y acrítico uso del adjetivo infantil en medicina, el mal uso no modificará las reglas de la gramática. Debería ser al revés; corrigiendo el mal uso.

La investigación clínica no puede ser vista como una caricatura de la “high tech’ que se usa en investigación básica; ni la una es amateur ni la otra campeona.

La mayoría de los fenómenos psicopatológicos para mí son fascinantes porque tienen historia de vida en lo existencial. Historias o narrativas, mejor narrativas que historias, (historias son asuntos de estación de policía y de periodistas informativos*) para explorar, pues contadas y escuchadas, un psiquiatra idóneo y empático puede ayudar a alumbrarlas.

Es que la historia así contada y escuchada, al ser sus interrelaciones examinadas, va dejando en narrador y oidor-analizador una sensación de ¡EUREKA!

En ese asombrarse iluminarse y maravillarse, nace el encanto sanatorio de la introspección, o del ‘insight’ si a usted le gustan los inglesazos.

Esto ocurre a diario en el dramático y trágico-cómico escenario de la vida; ocurre a algunos, yo entre ellos, oyendo ciertos vallenatos y boleros, o sosteniendo una conversación íntima con un buen amigo, o ver, reflexionando, una película de drama humanístico.

No ocurre así, al menos a mí, escuchando un sermón religioso, o un Requiem de los muchos que hay, o el verbo baboso de cualquiera de nuestros políticos, o de un personaje, cualquiera, y menos si es psiquiatra, amigo del protagonismo mediático y de los escenarios.

La mayoría de las historias así contadas y escuchadas –aunque no todas–, le cierran la boca al deglutir de pastillas, y le tapan los oídos a quien oye, pero no escucha.

Es que con el examen-análisis de la narración existencial del paciente, también se hace secuenciación cronológica de la trayectoria de los hechos, omisiones, fechas, personajes, ocurrires en su vida, y del evolucionar de las dinámicas existenciales y su significancia.

Tarea compleja, obvio. Así es la asistencia en la Psiquiatría no reducida a brevedad y bufonada en el tiempo, recetario, bolígrafo y droguería.

Por supuesto que hay ‘historias’ que si requieren de acciones ‘fisicalistas’. Para mí nunca han sido, ni nunca serán, la mayoría.

La Psiquiatría es la disciplina más compleja y difícil que tiene la Medicina.

Aunque suene a letanía, no lo es, tampoco repetición, es insistencia, pues varias veces he dicho lo siguiente aprendido durante mi residencia en el seminario de

Historia de la Psiquiatría respecto a su naturaleza:

“La Psiquiatría entre todas las especialidades médicas es y debe ser como la sal, incorruptible”

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MENTE

Muchos términos la designan: Psiquis, alma, conciencia del sí mismo, espíritu, aparato cognitivo-emocional. Eventualmente “High technology” le aportará uno nuevo. Permanezca en sintonía…

MENTE como noción es un constructo artificial; no es un órgano singular, no tiene localización propia, no tiene una función singular y especifica como los ojos en el sistema de la visión.

Se concibe sí como un órgano-sistema producto de la conjunción-interacción de muchas estructuras y funciones: cognitivas, de conciencia moral y del sí mismo, de un abanico amplio de emociones, de muchas facultades ejecutivas, y muchas más, todas, es decir LA MENTE influenciado todo el cuerpo y el comportamiento humano.

Se acepta, aunque no faltan los disidentes, que la mente funciona en dos planos: Consciente – Inconsciente

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La cultura social nutre en todos los casos a la mente, al cuerpo y al comportamiento. En algunos protege. Ilustro con dos ejemplos:

1. En su mayoría los soldados de algunas naciones –Israel entre ellas–, enfrentados a traumas de guerra no desarrollan síndromes de estrés postraumático. No así algunos jóvenes soldados de paises como Estados Unidos.

2. Solo unas pocas mujeres en Japón desarrollan los fogonazos de calentura que la mayoría de las occidentales, predominantemente de estratos altos, enfrentan en la menopausia.

Estudios antropológicos han mostrado que, paralelamente con los “hot flashes”, el declinar socio-cultural y funcional de las estadounidenses es más rápido que el de las japonesas.

“Coño es la cultura influyendo en la mente, y está influyendo en el cerebro el sistema vasomotor y el comportamiento general de las japonesas, o vos crees, mierda se me pego tu voceo, que las arterias de las unas y las otras son diferentes, unas Made in USA y otras Made in Japan. Coño arterias son arterias, pero las culturas son muy distintas. Mierda coño ‘acultúrate’ que esta vaina que te digo no es un falso delirio”.  Reflexiones de Absalón.

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No creo, en absoluto, que emociones como el júbilo, la compasión, el altruismo, y fenómenos vitales como la conciencia del sí mismo, encontrarán algún día su sustrato neurológico abierto a la posibilidad de manipulación física por los futuros psiquiatras fisicalistas, hoy en ciernes, también llamados psiquiatras biologistas.

Pensar que nosotros podemos voluntariamente manipular la experiencia de nuestros cuerpos, generando mutismo, estados catatónicos, crisis convulsivas con orinada y mordedura de lengua, astasias abasias, múltiples personalidades, fugas y anestesias, es una estulticia peor que la de creer en creaciones y finales del universo y la existencia humana bajo el poder de un ser antropomorfizado por la mente humana, que no alcanza a pensar y discernir más allá de estas burdas, aunque romantizadas, especulaciones.

“Coño, debe existir un ALGO SUPERIOR o un ALGO PRIMIGENIO, pero quizás sin hijos, sin padres, sin tantos hermanos, desposeído de voluntad, de sentimientos y de juicios, falto de los sentimientos de misericordia y de iras castigadoras, no un ser así como nosotros que dizque fuimos hechos a su imagen y semejanza. Coño que marañas las que tenemos que desamarrar, y duro que es porque semos mortales, que así decia mi abuela. Un ALGO cuya existencia o inexistencia son indemostrables. El MISTERIO de lo incognoscible, coño”. Absalón…

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Me surge una breve miscelánea de Pensamientos. Quiero compartirlos:

Sobre PROFESIÓN:

Profesión es profesar; es hacer públicamente votos de honrar y cumplir las obligaciones y deberes propios de la profesión a la cual uno profesó.
En dicha declaración uno públicamente admite conocer los saberes de dicha profesión, a la cual uno mediante juramento público declara total lealtad y fidelidad.

Profesar conlleva una adhesión y observancia de los saberes científico-humanísticos y de los principios y valores morales propios de la profesión profesada.

Quien es empleado como PROFESIONAL, digamos un psiquiatra por una EPS, tiene el DEBER de idónea ética y moralmente desempeñarse como tal.
Igualmente cumpliendo ese DEBER adquiere el DERECHO para ejercerla autónoma y responsablemente.

Sobre OCUPACIÓN:

Quien desempeña una Profesión está ocupado, es decir, está en una ocupación despachando las tareas correspondientes.

Las Profesiones, como Categoría (en sus saberes normas éticas y moralidad en los haceres), preceden a las Ocupaciones.

Un PROFESIONAL en Psiquiatría, –que sobre ella pienso y escribo–, bien o no bien formado, puede OCUPARSE en despachar sus deberes con idoneidad, responsabilidad y diligencia.

Otro psiquiatra podría OCUPARSE en despachar sus deberes con desgano, sin responsabilidad, es decir, ¡para que insisto tanto!, en DESOCUPARSE del asunto lo más rápido posible, incumpliendo la obligación que le impone el haberse profesado como profesional.

El pensamiento-pregunta que me surge asociado a estos pensares es desolador para mí:

¿En la medicina mercantilizada, intervenida por intereses ajenos a ella, puede un PSIQUIATRA ejercer como PROFESIONAL, honrando su juramento y DEBERES, haciéndose merecedor al DERECHO de ejercer con autonomía una Psiquiatría integral, sin limitarse a ocuparse en desocuparse de sus pacientes con sus dolores y aflicciones?

Septiembre 2.020

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

 

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