La pobreza en Colombia antes y después de la COVID-19

Dónde estábamos y qué tanto han ayudado las medidas del gobierno para detener el aumento de la pobreza

Por: Natalia Galvis Arias (foto)
Filósofa, magíster en políticas públicas y construcción de paz
Consultora política

Tomado de: www.razonpublica.com

La información que tenemos

El pasado 14 de julio el DANE presentó los resultados preliminares del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) obtenidos a través del análisis de la Encuesta de Calidad de Vida 2019. Esta información es relevante porque es la foto del país antes del choque que venimos experimentando a raíz de la COVID-19 y, por lo tanto, constituye la línea base para estimar los impactos de la pandemia en la pobreza en Colombia.

En este texto intentaré registrar la foto pre-COVID e informar acerca de los efectos que podrían tener las políticas que ha desplegado el gobierno para proteger a las familias y evitar un retroceso mayor en la reducción de la pobreza.

Antes de comenzar el análisis introduzco dos aclaraciones: (i) los resultados entregados por el DANE son preliminares, la publicación definitiva que incluirá los ajustes ante las nuevas estructuras demográficas y la serie retroproyectada la tendremos en septiembre 30; y (ii) los posibles efectos de los programas gubernamentales son aproximaciones parciales a partir de las estimaciones realizadas por el Ministerio de Hacienda y Fedesarrollo.

Antes de la COVID-19

Desde 2010 el país viene midiendo la pobreza a través del enfoque de ingresos (pobreza monetaria) y del enfoque de acceso a bienes y servicios que garantizan unas condiciones mínimas de vida (pobreza multidimensional). Este último se obtiene a través de un índice que analiza cinco dimensiones: (i) educación; (ii) condiciones de la niñez y la juventud; (iii) trabajo; (iv) salud y (v) vivienda y servicios públicos.

En la primera medición del IPM en el 2010, el 30,4% de la población colombiana estaba en pobreza multidimensional, mientras que en el 2018 esa cifra se redujo al 19,6%. Sin embargo, en ese año, la tendencia decreciente cambió y el país vio cómo más de un millón de personas ingresaban a la pobreza.

Gráfica 1. Índice de Pobreza Multidimensional 2010-2018

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Fuente: DANE, Encuesta de Calidad de Vida, 2018-2019.
Nota: las estimaciones fueron realizadas usando los factores de expansión del Censo 2005.

Un avance disparejo

En el 2019, que es el dato pre-COVID, observamos una reducción de la incidencia de la pobreza multidimensional de 19,1 a 17,5, eso significa que entre el 2018 y el 2019 cerca de 615.000 personas salieron de la pobreza, el equivalente a la población de una ciudad como Cúcuta. Siendo la política educativa la que más contribuyó en ese resultado, particularmente, la reducción del analfabetismo, las barreras en el cuidado de la primera infancia, la inasistencia escolar, el rezago escolar y el trabajo infantil.

A su vez, cabe reconocer el esfuerzo de los gobiernos de Nariño, Valle del Cauca y Atlántico que de manera agregada registraron 450.000 personas menos en pobreza, es decir, el 73,1% de la reducción de la pobreza en el país se concentró en esos tres departamentos.

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Bogotá y Antioquia, con problemas

Ahora bien, las buenas noticias no son atribuibles a todas las regiones ni a todos los sectores, en el caso de Bogotá y Antioquia las cifras son desalentadoras y la clave está en la dimensión salud. Mientras en el 2018 Bogotá tenía cerca de 304.000 personas pobres, en el 2019 esa cifra llegó a 537.000; y en el caso del departamento de Antioquia pasaron de 989.000 personas en pobreza multidimensional a más de un millón. Esos cambios en el IPM sugieren que los Planes de Desarrollo Territorial deberán reajustar las metas del cuatrienio en virtud de la modificación de la línea base.

Gráfica 2. Variación de la incidencia de la pobreza multidimensional 2018-2019

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Fuente: DANE, Encuesta de Calidad de Vida, 2018-2019
Nota: (*) variaciones estadísticamente significativas

Como sostuve en el párrafo anterior, el deterioro en los indicadores de pobreza en estas dos regiones podría explicarse por la dimensión salud, y en el caso de Bogotá, sólo una mínima parte, por la presión que ejerce la migración venezolana, dado que la participación de hogares pobres multidimensionales con al menos un migrante extranjero —probablemente venezolano— aumentó en el 2019, pero se concentró mayoritariamente en las regiones Caribe (48,5%) y Oriental (25,8%).

Las desmejoras en Bogotá son notables, de los quince indicadores que mide IPM, nueve mostraron retroceso, y llevaron a más de 233.000 personas a la pobreza. Sin embargo, las barreras de acceso a los servicios de salud fueron las determinantes del cambio en las condiciones de vida de los bogotanos, con un aumento de 9,1 p.p. Esta es una señal de alerta, dado que las personas no están acudiendo a las entidades de salud cuando se enferman, sino que hacen uso de servicios informales como curanderos, comadronas, terapias alternativas, automedicación o remedios caseros. Sin duda, esta es una falla de las políticas de información y prevención en salud del Distrito.

En el caso de Antioquia, el indicador más crítico es el aseguramiento en salud, pero también se observaron retrocesos en barreras en el cuidado de la primera infancia, trabajo infantil y condiciones de la vivienda.

Para estas dos regiones, y para el país en general, los retos son cada vez más complejos, con la suspensión de las actividades educativas presenciales, la destrucción de empleo formal que incide directamente en el aseguramiento en salud y los altos niveles de desempleo, el IPM será uno de los indicadores más deteriorados en los próximos años.

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La respuesta gubernamental

La foto pre-COVID nos mostró que en el 2019 más de 8.5 millones de personas estaban en pobreza multidimensional, sin embargo, con el choque que venimos experimentando esa cifra puede aumentar considerablemente. Las más recientes estimaciones realizadas por Jairo Núñez para Fedesarrollo sugieren que 5.6 millones de personas ingresarían a la pobreza en el 2020, eso implica un retroceso de un poco más de una década en las políticas de movilidad social y reducción de la pobreza.

Aunque la cifra es desalentadora, el panorama es menos trágico de lo que se había considerado al comienzo del periodo de aislamiento y la clave está en la rápida respuesta gubernamental.

Cuando los gobiernos de la región enfrentaron la decisión de decretar medidas de supresión bajo esquemas de cuarentena o aislamiento preventivo obligatorio, una de las principales preocupaciones era el bienestar de las familias pobres y vulnerables, cuyos ingresos dependen mayoritariamente de actividades informales. El primer país en salir al ruedo fue Perú el 15 de marzo de 2020 declarando el “aislamiento social” y un amplio paquete de ayudas. Colombia hizo lo propio el 24 de marzo, con una ventaja adicional, el país tenía a su favor un sólido esquema de transferencias monetarias (TM) que opera hace ya 20 años.

Esa ventaja hizo que el Gobierno Nacional y algunos gobiernos locales, como el de Bogotá, desplegaran medidas de protección a las familias pobres y vulnerables en tiempo record, es el caso de la aceleración de la Devolución del IVA y la creación de dos nuestros esquemas: Ingreso Solidario y Bogotá Solidaria en Casa.

En el primer mes la Nación activó y extendió los canales de protección a la población pobre dispersando recursos de manera extraordinaria a través de Familias en Acción (2.5 millones de hogares beneficiados), Jóvenes en Acción (296.000 jóvenes) y Colombia Mayor (1.6 millones de adultos mayores). En el segundo mes había estructurado Ingreso Solidario (2.5 millones de hogares beneficiados a la fecha) y la Devolución del IVA (1 millón de hogares). Así mismo, Bogotá había pasado de tener 125.000 hogares con TM a más 570.000, un crecimiento del 356% en menos de 40 días, gracias a las nuevas transferencias de Bogotá Solidaria en Casa e Ingreso Solidario.

Ahora bien, ¿por qué fue clave esta respuesta gubernamental durante la emergencia por COVID-19 y qué incidencia puede tener en la mitigación de la pobreza? Bogotá es el mejor caso de estudio para responder a esta inquietud. En los mapas que se ven a continuación se presenta el IPM del Distrito en el 2018 y la distribución del primer giro de Ingreso Solidario y Bogotá Solidaria en Casa en abril 2020. Lo que notamos es que la dispersión de las TM durante la emergencia replicó la distribución espacial de la pobreza multidimensional, llegando a los hogares que estaban experimentando el choque económico más severo y protegiéndolos de un deterioro en sus condiciones de vida por falta de ingresos.

Mapas 1,2,3. IPM Bogotá 2018, Concentración de las TM del Distrito y la Nación.

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Fuente: SDP, corte 07/04/20. DNP, corte 08/04/20

Estos resultados se confirman parcialmente en las estimaciones que realizó el Ministerio de Hacienda sobre el impacto de los programas sociales en el ingreso promedio de los hogares. Con las TM y los subsidios extraordinarios la caída en los ingresos de los deciles más pobres se reduce considerablemente. En los hogares del decil uno la amortiguación del choque es del 92%, en el decil dos del 62%, en el tres del 61% y en el cuatro del 48%. Siendo Ingreso Solidario el esquema más relevante para proteger a las familias pobres y vulnerables y aminorar el choque sobre sus ingresos.

Sin embargo, como sugerí al principio del texto, la pobreza tiene dos aristas, la monetaria y la multidimensional, en la primera los programas de TM están jugando un rol clave en la protección de los hogares, pero en la segunda todavía falta un conjunto de acciones decididas en educación, servicios de primera infancia y empleo para evitar un deterioro en las condiciones de vida de las familias colombianas.

Gráfica 3. Pérdida porcentual de los ingresos de los hogares antes y después de los programas sociales.

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Fuente: MHCP utilizando cifras del DANE, Banco Mundial, MHCP-DGPM

Me gustaría cerrar esta columna con una dosis de optimismo moderado, a pesar de la difícil situación que estamos experimentando y del deterioro inminente en la pobreza, Colombia no es el mismo país que enfrentó la crisis de 1999 sin una red de apoyo social. Hoy tenemos mayores capacidades para proteger a las familias pobres y vulnerables y para recuperarnos en menor tiempo, siempre y cuando logremos coordinar los esfuerzos de los gobiernos nacionales, locales y del sector privado para garantizar una reactivación segura y una protección sostenida de los hogares que más lo necesitan.

Tomado de: www.razonpublica.com

 

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