Psiquiatría Biológica

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: Médico Alberto Restrepo Ochoa (foto)
Psiquiatra

EPÍLOGO

Apuntamientos y reflexiones

Nota: Este último escrito, a manera de epílogo, junta reflexiones y conclusiones sobre la llamada Psiquiatría Biológica, fascinante tema sobre el cual brevemente expuse en tres escritos anteriores.  En lo sustantivo, todo el material en estos escritos proviene de los autores consultados. Solo unas pocas reflexiones – y mi manera de expresarlas–, son de mi autoría.

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La paternidad de la psiquiatría biológica es atribuida al doctor Emil Kraepelin y a algunos de sus destacados colegas en la psiquiatría alemana de finales del siglo XIX y comienzos del XX (Karl Westphal, Theodor Meynert –Austriaco–, Wilhelm Griesinger), médicos dedicados al trabajo asistencial y de investigación en la psiquiatría de ese entonces, hoy considerados como clínicos, neuropatólogos y anatomistas.

Entre historiadores y filósofos de la ciencia hay dos versiones opuestas en relación al por qué del resurgimiento en los 70’s y 80’s del siglo XX de la perspectiva biológica.

Veamos:

1- De un campo se dice, señalando y culpando, que el pensamiento psicológico particularmente el psicoanálisis de S. Freud y colaboradores, y su dominio en la psiquiatría de la primera mitad del siglo XX, fue responsable de la hibernación y marginamiento de la visión orgánica sobre los trastornos mentales. Declinando el psicoanálisis en la segunda mitad de dicho siglo, resurgió el organicismo.
Se dice que 4 factores favorecieron este resurgir biologista:
1- La revolución de los computadores, 2- nuevas técnicas en neuro imagenologia, 3- la investigación genética, y 4- la psicofarmacología.

2- Del otro campo se dice que la perspectiva psicológica (psicoanálisis y otras), surgieron y prosperaron llenando el vacío y frustración traídos por los fracasos de los organicistas de ese entonces.

Se decía, y algunos continúan diciéndolo con alborozo, que “la teorización psicológica”, había “eclipsado el progreso” (de la visión medicalizante), trayendo “desastrosos efectos” al “progreso científico”. Afirman además los partidarios de esta visión, que “el nuevo florecimiento de los abordajes biológicos colocaron firmemente a la psiquiatría, de nuevo, como una disciplina médica”.

Veamos ahora las fundaciones de esta temprana biologización de la psiquiatría y de los trastornos mentales.

La visión biologista sobre el origen de los trastornos mentales en los tiempos del Dr. Kraepelin, dado el desarrollo y recursos de la medicina de ese entonces, se basaba en:

• La teoría de la ‘degeneración’, nunca elaborada y nunca demostrada.

• Una “visión fatalista” sobre los trastornos mentales. Dada la degeneración cerebral, la recuperación era imposible.

• El consecuente abandono o desinterés por las investigaciones –en lo físico y humanístico–, de lo terapéutico. “No era una prioridad”. Sí la degeneración en lo físico y moral era progresiva, no hacia sentido la investigación terapéutica. Era la “Visión fatalista” de los organicistas de ese entonces.

• La investigación anatómica de los tejidos en cerebros sólidos. Los organicistas de ese entonces eran anatomistas y especuladores en lo orgánico y genético. Alegaban que la degeneración y consecuente declinación racial constituía la “explicación biológica” de los trastornos mentales, de la pobreza, la prostitución, el onanismo, la histeria, el alcoholismo, la epilepsia, los delitos sexuales, la piromanía, el anarquismo, las extravagancias artísticas (recuerden la influencia en Hitler de la teoría de “la degeneración y las inferioridades raciales”), las sociopatias, ladrones y asesinos entre ellas.

• La maldad, incluso, llegó a ser considerada “no algo aparte de la locura –madness-, sino un tipo de locura en sí misma”.

La frenología y los planteamientos de criminólogos italianos, agregaban variantes morfológicas y dinámicas en la configuración y comportamiento de los “degenerados”, agregando peso a las especulaciones y afirmaciones de los psiquiatras organicistas de ese entonces.

La raza negra, africanos en particular, eran considerados salvajes, es decir “non europeans”.

• La influencia de los ‘degeneracionistas’ y su visión terapéutica ‘fatalista’, dejaron a los ‘asilos lunáticos’ en un “limbo”. “Si se creía que los trastornos mentales no eran curables, los asilos lunáticos se reducían a ser meras bodegas de almacenamiento de los incurablemente enfermos”. “Formas razonablemente humanas de encarcelamiento” decían los organicistas.

• Los hallazgos sobre localización cerebral específica de ciertas funciones (el habla por ej.) llevaron a los psiquiatras organicistas a convertirse en ‘localizacionistas’; es decir, a buscar en los cerebros sólidos de sus pacientes (muertos obviamente), la localización de la anormalidad estructural que explicara la locura y desquiciamiento de los pacientes con cerebros y conciencias presuntamente ‘degenerados”.

• “Los neurólogos, los nuevos muchachos en la cuadra, surgidos en los 1.850’s, con un entrenamiento más sólido en medicina interna, anatomía y fisiología que los exclusivamente psiquiatras, pasaron al frente de la investigación de cerebros de pacientes psiquiátricos”.

“Los hombres que persiguieron estos proyectos apostaron a la anatomía y perdieron”.

El rotundo fracaso de estos primeros psiquiatras biologistas, con la absurdidad de sus teorías degeneracionistas, “ensombrecieron a la psiquiatría por muchas décadas”, haciendo que muchos clínicos “incluyendo neurólogos, respondieran abrazando concepciones no biológicas para entender los trastornos mentales”.
Afloran la psicología, la mente, la psicogénesis, la biografía personal y los traumas emocionales, y evanescen la anatomía y el cerebro*.Surgimiento de la perspectiva psicológica, humanística.

* Vendrá a partir de los 70’s/80’s del siglo pasado, un renacer de la visión biologista cuyos frutos en psiquiatría, no en neurología, están por verse.

Mirando retrospectivamente no podemos desconocer que estos comienzos de la llamada psiquiatría biológica no eran más que “un revoltijo de teorías y proyectos, muchos de los cuales eran incautos y mal concebidos”. Sería un esfuerzo “en oscurantismo si tratáramos de desconocer”, las negativas consecuencias de estos primeros ‘psiquiatras biologistas’.

La teoría sobre la degeneración era demasiado simplista. Fue un derivado, mejor una suposición infundada, de la teoría de la evolución. Si la evolución trae desarrollo la involución cerebral trae la locura en sus distintas formas.

Sujetos con sus cerebros estropeados no podían responder a los retos del vivir. No podían ni echar para adelante y menos para arriba como dice un autor consultado. Se asumía igualmente, que estas gentes ‘defectuosas pasaban su dañada genética a sus descendientes’. Nunca se demostró lo implícito en estas presunciones hereditarias.

La, hoy podemos decirlo, descabellada teoría de la degeneración, empezó siendo una teoría que incluía y explicaba casi todo, y que terminó, como muchas otras teorías en psiquiatría, siendo un rotundo fracaso.

Los ‘asilos de lunáticos’, dada la pasión de los ‘anatomistas localizacionistas’, tenían lo que en ese entonces llamaban ‘teatros de autopsias’ y ‘bancos de cerebros’. Se decía que dichos médicos esperaban la muerte de los pacientes, para, sin consentimiento porque eso no existía, sacarles el cerebro y examinarlo.

La psiquiatría era llamada “psiquiatría del cerebro”. “El cerebro era primero y único”. Y la psiquiatría investigaba en cadáveres de pacientes psiquiátricos ya muertos.

Hoy la investigación, ya en mortales vivos, cuenta con recursos mejores para investigar. (Técnicas en genética, bioquímica, imagenologia estructural y funcional, y otras, también físicas).

Karl Jaspers, quizás el psiquiatra más reflexivo y de visión más integral en la historia de la psiquiatría, así pienso yo, sumando las teorías y formulaciones salidas de estos psiquiatras, habló de “La mitología del Cerebro”.

El miserable fracaso de estos tempranos psiquiatras y neurólogos biologistas tuvo que ver, según un crítico, en que ellos se centraron solo en el cerebro y se olvidaron de la mente. La conciencia del sujeto, su sí mismo, su biografía y sus experiencias interiores no entraron en juego en la mentalidad simplista de estos primeros ‘biologistas’ en psiquiatría.

Emil Kraepelin, siendo biologista en su visión, se refirió a ”la muy a menudo pasmosa ignorancia” de algunos de sus colegas biologistas.

“La observación clínica tiene que venir antes de cualquier investigación biológica”. E. Kraepelin.

Histeria y Psiquiatría Biológica

La histeria (trastornos motores y sensoriales, convulsiones etc. todos dramáticos), era en ese entonces, finales de siglo XIX y comienzos del XX, una psicopatología frecuentísima. Hoy, factores socio-culturales lo explican, ya no.

En parís (hospital municipal Salpetriere), el afamado neurólogo Jean Martin Charcot, haciendo eco a los biologistas alemanes (organicistas si usted prefiere), postuló el origen de la histeria en una “fisiología degenerada”, “defectos cerebrales”. Su visión era organicista.

Los estudios y trabajos de Bernheim, S. Freud y Pierre Janet, inequívocamente refutaron el biologismo de Charcot, probando que los trastornos de la histeria tenían un origen, no orgánico, sino mental.

De esos trabajos y planteamientos surgieron los valiosísimos conceptos de sugestionabilidad, disociación de la conciencia, conversión, inconsciente, memorias traumáticas y represión. También, con ellos y sus aportes, murieron la degeneración orgánica y fisiológica, el fatalismo terapéutico y la biologización rampante de la psiquiatría.

Surgieron la mente y las psicoterapias, y la noción de que muchas psicopatologías no tenían que ver con el cerebro sino con la mente,
Hay que anotar que la primera guerra mundial, con las ”neurosis de guerra” en centenares de soldados, rebatieron el sexismo que le endilgaba esta psicopatología exclusivamente a la mujer.
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Conclusiones:

Presumo que estos escritos sobre Psiquiatría Biológica podrían hacer brotar, en algunos, un ánimo polémico de disensión. La tinta, la pluma y el papel esperan…
Pero es el paciente, más que la disensión y la polémica, el que anima esperanzas de una guianza que le alumbre el camino hacia una meta de progreso y dignidad humana, sin falsedades ni presunciones; sin utopías.

En psiquiatría debe ser “la naturaleza del asunto y del sujeto”, más que los antojos y preferencias de uno, los que guíen el trabajo clínico.

Hasta donde sé, ninguno de los ‘pioneros biologistas’ cambió su pensar, aún ante las evidencias de sus estruendosos fracasos. (Freud quizás fue el único que cambió de sus visiones fundadas en neuropatología y electrofisiología a las de la psicología médica, conservando una visión biologista para los fenómenos clínicos que abrumadoramente sugerían organicidad.).

Los aspectos existenciales de los trastornos mentales y el sufrimiento, en un día tal vez lejano, la investigación genómica nos revelará el qué y el cómo –es decir, lo físico–, de algunas de estas aflicciones.

Hoy, las teorías y los instrumentos de investigación son distintos. Sin embargo, el renacimiento biologista en psiquiatría, (psiquiatría biológica, Neuropsiquiatría, psicofarmacología ‘al voleo’) –no en neurología–, está centrado en el cerebro, lejos o algo muy lejos de la mente y del sujeto.

Sus aportes en poco o nada, –distinto en algo a lo farmacológico–, en poco o nada, repito, han cambiado el panorama de la psiquiatría en lo biológico. Hoy, en ese mismo plano, se habla de “la biología degenerada heredada”, con hipótesis genéticas, –no anatómicas–, y bioquímicas, ambas en espera de confirmación.

Por ahora, nosotros los psiquiatras, no contamos con tratamientos estándar, específicos. “Con precisión es poco o casi nada lo que podemos decir”, si bien algunos, para sentirnos modernos y al día, nos arropamos con títulos, –neuropsiquiatras es uno de ellos–, revistiéndonos con un lenguaje esotérico teñido de cientificismos, psicologismos y hasta teologismos, para espantar así la ignorancia y las incertidumbres, muy esperables y entendibles que existen en la psiquiatria.

Estos son asuntos difíciles de aceptar; pero es que así y no de otra manera son las cosas.

Los biologistas y mentalistas defendían (todavía hoy), visiones antagónicas sobre la naturaleza de los trastornos mentales. Unos se escandalizaban con el pensamiento de los otros, y viceversa.

Así ha sido el devenir de nuestra profesión, hoy degrada a ocupación; de oposiciones radicales y escándalos recíprocos entre sus cofrades.

Hay un aspecto no del todo escondido, y relacionado con este tema, que no podemos ignorar. Si lo existencial-mental empezó a prevalecer sobre lo orgánico-cerebral, el negocio y la plata empezaron a irse de los biologistas (médicos psiquiatras), hacia los mentalistas, los no médicos, los otros.

Tan cierto es esto que unas tres décadas atrás la enseñanza de las psicoterapias se impuso obligatoria para los postgrados en psiquiatría que quisieran recibir ‘full accreditation’ en USA. Money, money, money. Subsistencia, subsistencia, subsistencia…

Aunque no del todo ajeno a este tema, se me ocurrió pensar que la revolución sanitaria en Colombia traída por la ley 100 se está llevando a la psiquiatría por delante, haciendo de ella y sus oficiantes bienes para traficar comercialmente.

No podemos no ver en la psiquiatría institucional (la mediada por el Sistema de Seguridad Social), un “poder avasallador” que dicta impositivamente las condiciones del nuevo ejercicio, y asistencia, en la nueva psiquiatría.

Julio de 2020

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

 

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