Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia
Por: Médica María Fierro Vargas
Especialista en Gestión del Riesgo Laboral
(Artículo enviado a ASMEDAS Antioquia por el médico Luis Javier Castro Naranjo)
¿Recuerdas lo que sentiste cuando salió EL MÉDICO y te dijo: su esposa y el recién nacido están bien? ¿Cuando EL MÉDICO al salir de la sala de cirugía te dijo: el procedimiento fue un éxito? Incluso, ¿recuerdas al que te dijo: lo intentamos todo pero falleció? ¡A aquel MÉDICO que te preguntaba por tus hijos y tu esposo durante la consulta? ¿AL MÉDICO que se reía de las historias acerca de tus nietos? ¿Al que te aconsejaba para que cumplieras el tratamiento indicado, el que revisaba los laboratorios y buscaba la mejor alternativa para que estuvieras bien sin darte tantos medicamentos para que no te aburrieras de ellos? ¿Lo recuerdas…? ¿AL MÉDICO que te derivó de la consulta externa a la urgencias porque estabas en plena dificultad respiratoria por un edema agudo de pulmón y tus familiares no se habían dado cuenta? (Y gracias a eso aun conservas la vida); ¿Al que viajó en una ambulancia a tu lado monitoreando tus signos vitales y en algunas ocasiones, incluso, reanimándote?
¿Recuerdas AL MÉDICO que paralizó una urgencia porque había que reanimar a un paciente (que pudiste ser tú o tu familiar )? ¿AL MÉDICO que suturó las heridas de tu hijo mientras le cantaba una canción? ¿Al que suturó tu herida de la manera más delicada para evitar una gran cicatriz? ¿AL MÉDICO que de manera heroica te salvó la vida, incluso sin darse cuenta que no tenía guantes puestos? ¿Lo recuerdas…?
¿Recuerdas al MÉDICO que te dijo que pusieras las cosas en manos de Dios, que él todo lo puede y te dará calma? ¿Al que te acompañó con una oración en la habitación? ¿AL MÉDICO que te dijo, cuando tu familiar agonizaba, que lo mejor que podías hacer era hablar con él, acompañarlo, despedirte y decirle que todo iba a estar bien? Ese médico estaba detrás de ti y posó su mano sobre tu espalda; ¿lo recuerdas…?
¿Recuerdas AL MÉDICO que te dio un diagnóstico devastador pero te dijo que juntos podían salir adelante? ¿AL MÉDICO que corrió a ayudarte porque estabas haciendo una reacción alérgica severa y te sacó sin problema de ella? ¿Lo recuerdas…? ¿AL MÉDICO que era tu vecino, que no conocías, pero lo sacaste en la madrugada de su casa porque tu mamá se puso mal? ¿AL MÉDICO que siempre responde el mensajito de whatssap y te da las recomendaciones que necesitas? Lo recuerdas…?
Realmente, no sé si lo recuerdes, pero en todas esas ocasiones y más… estaba yo, EL MÉDICO. Al igual que muchos de mis compañeros, junto a enfermeras, auxiliares, camilleros y terapistas al lado de sus pacientes. ¡Sí! sus pacientes, porque consideramos que es una responsabilidad tan grande, que debemos cargar con ella a toda costa.
No espero medallas o reconocimientos por lo que hacemos, pero sí espero RESPETO por nuestro quehacer diario. No es fácil ser EL MÉDICO, pero asumimos el reto porque amamos nuestra profesión y nos comprometimos con los pacientes; porque EL MÉDICO a veces cura, alivia a menudo, consuela y acompaña siempre.
La medicina no es una ciencia exacta, no podemos medir y mucho menos determinar desenlaces de cada paciente y no tenemos soluciones para todos; hacemos lo mejor que podemos en medio de un sistema de salud que nos convirtió en peones y comercializó el acto de la medicina; donde, a costillas de la salud del paciente y la calidad de vida del médico, algunos pocos se enriquecen.
No queremos aplausos, pero sí necesitamos que crean en lo que hacemos; que analicen la información que encuentran en las redes sociales y en los vecinos, que hagan un uso racional de ella para evitar poner en peligro la vida del cuerpo médico.
Ahora te invitó a que trates de imaginar una vida sin EL MÉDICO y a sacar tus propias conclusiones.
Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia