Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia
Por: Médico Alejandro Hernán Quintero Galeano (foto)
Ginecoobstetra – Asmedista
El COVID-19 ha caído como paracaídas para el proyecto del uribato. Por el lado del sub presidente, le ha brindado la oportunidad de salir en los medios todos los días a repetir su perorata, siguiendo el consejo de sus asesores epidemiólogos, no de su pésimo ministro de salud, y levantar en algo su imagen ante los millones de incautos televidentes colombianos. El grupo hegemónico de poder, con su secretario Carrasquilla, ha aprovechado para mandar por decreto, de forma autoritaria, beneficiando sus propios bolsillos como es el caso del sector financiero y EPSs. Los grandes terratenientes, narcotraficantes y sectores afines al uribato, aprovechando el confinamiento, han continuado con el desplazando de campesinos apoderándose de sus tierras. Los grupos paramilitares continúan con el baño de sangre de desmovilizados, líderes y lideresas sociales. El ministro de defensa y el subpresidente permiten la invasión de tropas gringas en nuestro territorio con la disculpa de asesoría en la lucha contra el narcotráfico, para continuar atentando contra el pueblo venezolano. Los proceso judiciales contra el uribato, empezando por su jefe, su abogado Cadena, el representante Prada, la Ñeñepolítica, Sanclemente, Merlano, Uribito, etc., etc., siguen su dulce sueño engavetado. El proceso de paz cada vez más destrozado y los mandatarios locales aprovechando y uniéndose a la piñata del autoritarismo y la antidemocracia.
Mientras que por el otro lado la crisis social se agudiza: el hambre, la pobreza, el desempleo; la crisis de la mediana y pequeña empresa, la crisis de la clase media; la eterna crisis de la baja, la crisis hospitalaria y de todo el personal de salud, llamado talento humano; la crisis de la educación en Colombia, cada vez más evidenciada. La crisis de los medios de comunicación cada vez más arrodillados al poder. La crisis de los valores morales y éticos de una sociedad que se ha acostumbrado a convivir y sobrevivir con el narcotráfico, al punto de aceptar y entronizar la cultura traqueta, con sus códigos, a sus cotidianidadades.
Nuestra crisis es una existencial (Daniel Mendoza), multidimensional; como lo decía el profesor Héctor Abad Gómez: un sociedad enferma que necesita de una nueva profesión: la poliatría, de polis (ciudad) iatria (estudio, tratamiento), para lo cual se requieren científicos con visión panómica (pan: totalidad). Hoy lo podemos complementar, después de transcurridos 33 años de su asesinato a manos de paramilitares, paradójicamente los mismos afines al uribato, esta sociedad necesita un cambio urgente y radical.
Pero ese cambio debe empezar por el cambio de mentalidad popular, por el despertar de las mayorías, de salir de ese largo letargo al cual hemos estado sometido/as por las élites corruptas y delincuenciales, gansteriles –como lo postula certeramente el profesor Gilberto Tobón-, sólo cuando abramos los ojos a la realidad y decidamos y nos comprometamos con la acción, desde los pequeños espacios hasta los más amplios, podremos lograr el cambio que tiene como imperativo categórico desalojar del poder al uribato.
Mientras el uribato continúe en el poder, mientras los designios, el presente y futuro de nosotros y nuestras generaciones dependa de ellos, no habrá futuro; pues su futuro es uno mezquino, de pocos propietarios, un puñado de ricos, mafiosos y grandes hacendados que controlen con engaños, autoritarismo y violencia a las mayorías necesitadas.
Es el deber moral de los conscientes frente a esta situación: obreros/as, indígenas, estudiantes, profesores/as, profesionales, movimientos sociales y políticos de oposición, dar la batalla. Las evidencias del aparato de poder montado por el uribato, como lo elaboró Claux Roxin, documentado por Daniel Mendoza magistralmente en la serie Matarife, debe terminar. No más paramilitarismo, corrupción, narcopolítica, autoritarismo, ejecuciones extrajudiciales, asesinatos, chuzadas, justicia de bolsillo, concentración de tierras y riquezas, inequidad, miseria, falta de derechos y de oportunidades.
Somos un país magnífico con diversidad de climas, paisajes, múltiples riquezas, culturas y razas, gentes con todas las potencialidades, debemos industrializarnos, tecnificarnos, redistribuir la tierra y la riqueza, universalizar el trabajo y a través de él los derechos económicos y sociales, derecho a la salud público estatal para todos, vivienda digna, cobertura de servicios básicos esenciales, aumentar la calidad educativa, la solidaridad, los derechos civiles, de género, políticos y culturales, el cuidado del medio ambiente y de nuestros recursos naturales, disminuir la dependencia externa y la subyugación a los intereses imperiales. No más dineros públicos en las arcas de bancos y EPSs, mientras los hospitales se quiebran, los trabajadores y la población aguantan necesidades; esos recursos son públicos y, como tal, le pertenecen al pueblo, no a los particulares.
Si se ha roto con el confinamiento por las presiones gremiales al títere, pero también por el hambre de las mayorías y las múltiples necesidades, debemos enfrentar nuevamente a este gobierno ilegítimo retomando con responsabilidad el movimiento, la huelga, las protestas en las calles.
Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia