Confesión

Relato

Por: Asmedista Roberto López Campo (foto)
Médico Neumólogo
Ex integrante Taller de Escritores de ASMEDAS Antioquia

Mi nombre es Leydi Johana; tengo catorce años de edad.

Hace más de siete que mi padre, mi madre y yo, tuvimos que abandonar el campo debido a los múltiples ataques de la guerrilla.

Ocupamos una casucha en la ladera de la montaña, en la parte noreste de la ciudad.

Pocos meses después, mi padre nos abandonó. Se fue a vivir con otra mujer.

MI madre tuvo que trabajar, por las noches, en un bar, mientras que una vecina nos cuidaba.

Pero mi madre se juntó con otro señor días más tarde.

Así, llegaron a casa dos hermanitos: Jhony, quien ahora tiene cinco años, y Steven, quien apenas cumplirá los tres.

El marido de mamá gusta de emborracharse los fines de semanas. En ocasiones se vuelve violento y la golpea. Una vez me golpeó porque no quise ir a comprarle una botella de “guaro” a la tienda del barrio, donde acudían muchos señores a tomar trago.

Era de noche y en el barrio habían desaparecido algunos jóvenes. Dos de ellos, hace poco, aparecieron muertos en una quebrada que pasa a pocas cuadras de la casa.

Yo tenía mucho miedo de salir de la casa.

En ocasiones, mi madre salía a parrandear con el marido y nos dejaba solos, a mis hermanitos y a mí.

Un vecino, que parecía buena persona, en ocasiones me trataba cariñosamente. Un día me regaló un reloj de pulsera, muy bonito. Otro día, unos chocolates y un short.

Un fin de semana, cuando mi madre no estaba, entró en la casa y luego de acariciarme, con palabras dulces me llevó a la cama. Me amenazó con hacerme daño si llegase a contarle a mi mamá o a mi padrastro.

De eso, hace unos tres meses. Hace cerca de dos que no he vuelto a verle.

Me he sentido indispuesta. No me ha venido la regla. Una amiga me dijo que posiblemente estaba embarazada.

No sé qué voy a hacer ahora. ¿Qué me dirá el señor cura si le cuento?

¿Cómo reaccionará mamá si le confieso lo que me pasó con el vecino?

Tengo miedo de que mi padrastro me castigue con violencia.

Lo mejor sería que me fugara de mi casa y me fuera a donde una familia conocida, que vive en el barrio Robledo.

Tal vez ellos comprendan mi situación y me protejan.

Pero… ¿Quién cuidaría de mis hermanitos?

Nota: Tomado de la obra “Los rezagos de la guerra y otros relatos”, e Roberto López Campo.

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