Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia
Por: asmedista Alejandro Hernán Quinterto Galeano (foto)
Médico Ginecoobstetra
Hay que decir las cosas con toda claridad: Vivimos hoy la proletarización del ejercicio médico. Hoy en nuestro ejercicio profesional cotidiano sentimos en carne propia los retrocesos vividos en nuestra profesión: trabajo por horas, a destajo, sin seguridad social, sin vacaciones, sin garantías sociales; apabullados por auditores, administradores y gerentes, muchos de ellos, colegas, a quienes se les olvidó la medicina y les reprogramó el sistema en mercadeo y facturación. Poco les cuesta atropellar, presionar o amenazar incluso con el despido, basados en parámetros eficientistas (de rentabilidad) a quienes continuamos creyendo que la profesión médica es una humanitaria, solidaria y altruista.
El pan nuestro de cada día es la inestabilidad laboral, los pagos retrasados, las tarifas cada vez menores, lo que se traduce en la disminución del poder adquisitivo para el médico y su familia; y, por la misma vía, el aumento de las deudas y la iliquidez cotidiana. Para completar el plato, cada día más y más impuestos y trabas para que se nos cumpla con los salarios; estamos en la situación de que para recibir nuestra remuneración no es suficiente con el trabajo honesto, bien intencionado y muchas veces superando miles de condiciones adversas sino que, además, se debe cumplir con la constancia de la autofinanciación de la seguridad social y los diferentes requisitos para presentar la facturación mes a mes.
En este contexto, también surgen múltiples facultades de medicina, cuando la educación se ha convertido en un rentable negocio, y con ellas múltiples colegas, bien intencionados, con las mejores expectativas, médicos generales y especialistas, que salen a ofertar su mano de obra en semejante sistema de sálvese quien pueda, contribuyendo involuntariamente, a la ley del mercado: a mayor oferta de mano de obra menores salarios, como bien lo saben los administradores, y desempleo médico, como ya lo estamos viviendo.
¿Y si esto no es proletarización del gremio médico, cómo más lo podemos llamar?
Hoy somos obreros “calificados”, pero obreros al fin y al cabo, esa es nuestra cruda y dura realidad. Esta es otra de las aristas más de la crisis actual del sistema de salud colombiano: la crisis del personal de salud. En este sistema impuesto por la Ley 100 de 1993 cuando el paciente se ha convertido en cliente y cuando la finalidad es la ganancia, el médico es sólo un instrumento.
Quienes se frotan las manos y están felices son los que influyeron en las reformas para vivir esta realidad: los grandes grupos económicos dueños de las EPSs y de los fondos de pensiones, esos grupos que influyeron para que en los 90s la administración Gaviria introdujera las políticas de ajuste neoliberal: Ley 50 de 1990 de flexibilización laboral, Ley 100 de 1993 privatización de la salud, Ley 30 de 1993 la educación como negocio, etc., esos son los grandes beneficiados, cuando con dichas reformas, buena parte del presupuesto nacional y específicamente del de la salud, continuamente va a parar a sus arcas.
Muchos de los colegas, con el arribismo y el desconocimiento de la realidad histórica y social que los caracteriza, sacan pecho defendiendo a quien lideró en el Senado de la República estas leyes que hoy nos tienen en esta crítica situación, a ese personaje siniestro. Hoy, desconociendo su origen, con análisis utilitaristas y ligeros, muchos justifican la violencia y despotrican de lo público, de la universidad pública, cuando fue por ella, por lo público, que pudieron ser médicos y especialistas; hoy se les olvida que tienen hijos y tendrán nietos, que la vida da muchas vueltas y que, con toda seguridad, hasta ellos mismos ya están siendo víctimas de este sistema, lo que pasa es que “no se han querido” dar cuenta.
Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia