Burnout y suicidios, consecuencias del acoso a profesionales de la salud

Tomado de: unperiodico.unal.edu.co (UN Periódico Digital)

Por: Médicos Mauricio Torres-Tovar y Carolina Corcho Mejía
Profesores del Departamento de Salud Pública
Facultad de Medicina – Universidad Nacional de Colombia (UNAL)

En el sistema de salud colombiano prima la consecución de dinero –por consultas y servicios– sobre la calidad de vida de trabajadores y pacientes. Esto ha abierto paso al acoso académico y laboral tanto a los estudiantes como a los profesionales de la salud, situación que los afecta física y mentalmente. Los médicos rurales trabajan mínimo 66 horas a la semana, y los suicidios de estos profesionales alcanzan el 8 % en hombres y el 16 % en mujeres, según el Observatorio Nacional de Salud Mental de Colombia.

Este observatorio revela que en 2019 la tasa de suicidio en el país es de 5 casos por cada 100.000 habitantes, y que en el mundo al menos el 11 % de los médicos ha tenido ideas suicidas. Las razones primordiales son la alta exigencia en su trabajo, la depresión y el temor de ser estigmatizados.

La Encuesta Nacional de Situación Laboral para los Profesionales de la Salud 2019 (ENSLPS), implementada por el Colegio Médico Colombiano, reveló que el país atraviesa por una precarización de las condiciones laborales del personal de salud, que ha llevado al aumento de casos de Burnout y suicidios. Los médicos rurales están trabajando 264 o más horas al mes, es decir 66 horas a la semana, mientras que el 33 % de los médicos especialistas lo hacen entre 48 y 66 horas a la semana.

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El síndrome de Burnout se presenta en contextos laborales que generan agotamiento, situaciones de estrés y acoso. En ese sentido, el estudio realizado en Colombia por los doctores e investigadores, Olga Paredes y Pablo Sanabria en 2008, titulado“Prevalencia del síndrome de Burnout en residentes de especialidades médico-quirúrgicas, su relación con el bienestar psicológico y con variables sociodemográficas y laborales”, muestra que entre 135 médicos residentes el 43 % puntuaron en la categoría media y alta para esta condición, y el 57 % en baja; en cuanto al bienestar psicológico, ninguno de los encuestados expresó niveles altos.

Así mismo una investigación realizada por la Universidad de California mostró que en una muestra de 24.000 residentes, el 13,6 % (3.264) aseguran que han sido acosados laboral y académicamente. El fenómeno de acoso –término que no es genérico y para el cual existen diversas denominaciones tanto en inglés como en español: bullying, mobbing, harassment, mistreatment, matoneo, abuso, acoso– no es reciente, y esta investigación de la Universidad de California tampoco es la primera sobre el maltrato a los residentes de especialidades médicas.

En el campo médico se presenta una dualidad de acoso debido a que los médicos tanto en su año rural (prácticas profesionales) y en años de residencia (durante la especialización) son estudiantes y trabajadores a la vez; en ambos casos son calificados por un profesional de mayor rango.

La Ley 1010 de 2006 en el Artículo 7 tipifica la sobrecarga de trabajo como una modalidad de acoso laboral, en este caso los médicos -que según la ENSLPS trabajan por lo menos 66 horas a la semana- están expuestos a las consecuencias que esto acarrea: cansancio físico y mental, depresión por no poder responder bien a su deber de médico y hasta agotamiento que resulta en decisiones desacertadas en su trabajo.

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Una revisión a publicaciones académicas en este sentido muestra estudios hechos desde varios años atrás que refieren al acoso a estudiantes de medicina y a residentes de especialidades médicas en diversos países del mundo, entre ellos el artículo de Ely Zarina Samsudin, Marzuki Isahak y Sanjay Rampal publicado en la European Journal of Work and Organizational Psychology de 2018, cuya investigación encontró un amplio rango de prevalencia de acoso, diferencias significativas según el género, la edad, la estatura, la etnia y la subespecialidad, y asociaciones significativas entre acoso, tensión mental, insatisfacción laboral y agotamiento, más conocido como el síndrome de Burnout, un cuadro caracterizado por depresión, ansiedad, irritabilidad, dolores musculares, alteraciones del peso y del sueño, que se relaciona con una sensación de fatiga en contextos en los cuales se siente que el esfuerzo que se aplica no se comparece con los resultados y mayores casos de accidentes laborales.

A esta investigación, se han sumado el artículo publicado en el AMA Journal of Ethics de Ajay Major titulado “To bully and be bullied: harassment and mistreatment in medical education” en 2014 y la publicación de 2011 “An examination of mobbing and burnout of residents” realizada por Elif Dikmetaş, Mehmet Top y Gûlpembe Ergin.

Gracias a publicaciones como estas en distintas partes del mundo se han conocido situaciones de maltrato, discriminación regional y por condición de género, que han incidido en conductas suicidas de los profesionales de la salud y la deserción de los programas de especialidades médico-quirúrgicas.

En estos tres casos, ubicados en tres lugares distintos (Europa, Turquía y Estados Unidos) se muestra que el fenómeno no es reciente ni limitado geográficamente, por cuanto sus evidencias empiezan a mostrar que es muy extendido.

La dimensión del problema

La investigación realizada en la Universidad de California por los doctores Manasa Ayyala, Rebeca Ríos y Scott Wright en 2019 y publicada en el Journal of the American Medical Association (JAMA),encontró a partir de una encuesta aplicada a estudiantes residentes de la especialidad de medicina interna en 2016, que cerca del 14 % percibió haber sido acosado desde que comenzó el entrenamiento de residencia.

A partir de investigaciones externas, en Colombia se han realizado seguimientos en los que se han evidenciado los efectos que estas formas de acoso producen sobre los estudiantes, como son el síndrome de Burnout o las conductas suicidas.

Dentro del ámbito médico se habla del discurso basado en el maltrato para forjar carácter y personalidad, que contrastadas con la tasa de suicidios entre los médicos que es mayor a la de la población de otras profesiones.

Según un estudio llevado a cabo por Deepika Tanwar, médico del Programa de Psiquiatría del Harlem Hospital Center en Nueva York y publicado en Medscape Medical News en 2018, el riesgo de morir por suicidio entre los médicos hombres es el doble que en la población general, y en médicas mujeres es el triple o el cuádruple, y comparado con otras profesiones, los médicos tienen un riesgo de suicidarse mucho mayor que cualquier otra profesión, situaciones que se asocian con la depresión que se presentan en el 12 % de los médicos y hasta en el 20 % de las médicas.

Por un movimiento me too en el área de la salud

El fenómeno del acoso es un comportamiento considerado como “naturalizado” en la institución hospitalaria, que se comporta en ocasiones como un estamento castrense con jerarquías bien definidas: profesor, residente 4, residente 3, residente 2, residente 1, médico interno, estudiante de medicina, enfermera jefa, auxiliar de enfermería y estudiantes de otras áreas de la salud. Todos en cadena replicando el poder y el maltrato, y claro, esto se replica luego con los pacientes.

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Sin duda esto acarrea una contradicción, pues no se entiende que instituciones que están hechas para cuidar la salud y promover el bienestar sostengan en el entramado de su filosofía prácticas que conducen al deterioro de la vida y la salud mental de los sujetos que se relacionan allí, por lo que entonces surge la pregunta: ¿quién cuida la salud de los que cuidan la salud de la gente?

La única manera de enfrentar esta situación es sacándola a la luz pública, denunciando los casos de acoso académico y laboral que se producen en estos escenarios. Por eso sirve de ejemplo lo que ha venido sucediendo con el movimiento de mujeres, me too que han decidido no callarse, que han decidido contar sus historias, recientes o antiguas, sobre acoso y violaciones sexuales, y esto está ocurriendo en todos los escenarios: laborales, académicos, sociales y familiares.

Tal vez sea necesario que se desencadene un movimiento como este entre los estudiantes de pregrado y posgrado de las áreas de salud, que desnaturalice el acoso en las instituciones de formación académica y en los escenarios laborales.

Eliminar el acoso en todas sus formas, como expresión de poder de género, de clase, de edad, de raza, de nacionalidad, es una condición esencial para garantizar entornos de aprendizaje y de trabajo que efectivamente promuevan el desarrollo humano y profesional de todos los estudiantes de las áreas de salud, lo cual luego se verá reflejado de manera positiva en una relación más humana entre el trabajador de la salud y el paciente.

Este debe ser un deber y un compromiso de todas las facultades de medicina y de las otras del área de la salud. Igualmente de los gremios médicos, de los profesionales de la salud y de las organizaciones de estudiantes de pregrado y posgrado, pues no se pueden seguir naturalizando y permitiendo abusos, por la misma salud mental de quienes se dedican a salvar la vida de la gente y que hoy se ven afectados por el síndrome del burnout y una alta tendencia al suicidio.

Tomado de: unperiodico.unal.edu.co

 

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