Poetas Médicos. Entrega XI

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

En esta oportunidad, publicamos dos poemas, el primero de la doctora Martha Inés Vélez de Valencia, titulado «Frente a la historia», y el segundo, del doctor Guillermo Henao Cortés, sin título.

Los poemas fueron presentados por ellos en la Tertulia Intelectual y Cultural de ASMEDAS Antioquia realizada el pasado 27 de marzo de 2019.

Frente a la historia

Me sentí estática al contemplar los 4.500 años de historia
en las pirámides de Egipto.
Recreé el Titanic en su derruido viaje hacia la muerte,
y a Hawking “sin orillas ni fronteras”
unificando todo el universo.

A Einstein en su tiempo de distancia
gravitando la manzana de Newton, en exaltado vuelo.
A Jonathan Bird con sus luces cefeidas,
midiendo la distancia intergaláctica de un sueño.
en la constante Hubble,
desparramando en expansión el firmamento.

A Max Planck en su cuanto de luz,
revoloteando la incertidumbre de Heisemberg,
en la cuántica gravitación del universo.
A Maxwell con átomos de quarks y de electrones,
en la encrucijada electromagnética de un beso.
A Bacon observando las leyes naturales,
en la diversidad del pensamiento.

A Copérnico que en círculos al sol,
describe el misterio heliocéntrico de un verso.
Al viejo Galileo en su ceguera,
oteando en las sombras de un mundo en movimiento.
A Kepler y su amigo Tycho Brahe que en elipses al sol,
cabalgan el sistema planetario, en aullidos de viento.

A Ptolomeo en nombre de Aristóteles,
soñando el teorema geocéntrico.
En la superviviente lucha de la especie de Darwin,
por la tierra de todos y de nadie.

En la psicoanalítica dialéctica de Freud, de pragmática filosofía,
el hombre en su naturaleza frágil, rescátase a sí mismo de la vida
en la fortaleza de sus fantasías.
En la desarraigada soledad de los hijos de un pasado remoto,
con su historia que se ha escrito en el tiempo.
La sombra que los alcanza no es su sombra.
Los sueños que los pueblan,
son los sueños… de universal memoria.

 

(Sin título)

Nos sentimos desprotegidos
cuando recordamos con nostalgia a quienes admiramos pero ya no existen.
Y no es que todo muerto haya sido “bueno”, qué significa bueno,
-lo será en lo inmediato, y con ello hacemos un tributo al difunto
y también al vivir-,
sino que en verdad hubo grandes hombres que nos transformaron
aun desde siglos antes. En mi caso
lo digo por un poeta anónimo
que vivió hace 43 siglos.

Ojalá vivieras todavía hoy
cuando hay graves problemas
pero ningún artista tan grande como tú,
decía de alguien un pensador.
Nosotros, los del adaptable y resignado montón,
prorrumpimos también en llantos similares
y no sólo por nuestros parientes.
Empero, nos sentimos solos.
Y ni suspirar nos queda por quienes pudieron ayudarnos mas murieron.
¡Ni siquiera invocarlos nos conviene!
Quizás descubrir lo que de ellos tenemos
-y lo que de ellos tenemos no es ellos mismos-
pues aun sin olvidarlos se desvanecen los rostros:
el eterno movimiento no retiene lo esfumado
y es inútil soñar con retrotraer lo que ya desapareció.

Estamos solos con nosotros mismos.
Nadie ni nada -esto es, cuanto está por fuera del gran todo que somos todos nosotros-.
Nadie del pasado y menos del futuro nos puede acompañar.
Quizás podamos decir que hubo quienes iluminaron más allá de su tiempo
-nunca lo supieron, aun cuando hubiesen iluminado el suyo propio-,
y hasta allí penetra el interrogante,
que no es el de saberse en lo que se es
o el tan conocido de la “gloria”, que tantos persiguen.

Tal vez hubo alguien más grande que cualquiera de nuestros grandes,
vivos o muertos,
pero ese no es nuestro problema ni soluciona los que nos entraban.
Para ello
tendremos nuestros hombres
y nuestras soluciones.

Y es aquí cuando empieza nuestra parte activa en la historia,
es decir, nuestra lucha.

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

 

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