Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia
Por: Médico Roberto López Campo (Foto)
Neumólogo
Ex integrante Taller de Escritores ASMEDAS Antioquia
He alcanzado el umbral de la tercera edad. Quizás transito avanzando en la cuarta pero continúo disfrutando de la vida, sin mayores aspavientos.
Con los años, los recuerdos recientes menguan o confunden nuestros pensamientos; pero, hecho sorprendente, un sin número de vivencias que marcaron mi infancia y mi adolescencia perduran, solapadas, en un rinconcito de mi arrugado y envejecido cerebro. Algunas de ellas para recordarme las vicisitudes y tropiezos que hube de padecer para alcanzar ver realizados los sueños que, desde tierna edad, viajaron fugazmente por mi cerebro. También los momentos agradables que disfruté al lado de mi madre, mis hermanos y mis abuelos, los mismos que me sirvieron para sortear los huracanados vientos que peligraron la conquista de mis metas.
Fueron muchos los momentos de incertidumbre que me llevaron a pensar en el fracaso, pero ese ambiente del cariño familiar que siempre me rodeó, sumado a mi tenacidad y perseverancia, obraron –sin duda alguna- como un motor propulsor para que yo lograse ver coronados mis anhelados sueños.
Al trascurrir los años, sumados a mis esfuerzos, llegaron a mi vida las colaboraciones de mis amigos más cercanos, así como de algunos maestros que creyeron en mis capacidades y valoraron mi empeño para que yo lograra ver hacerse realidad los sueños que siempre me acompañaron desde mi adolescencia.
Ahora, con más de ocho décadas a cuesta, disfruto de una vida placentera por todos los logros alcanzados: una profesión que me permitió conocer el dolor y las penas de muchos de los pacientes que acudieron a mí durante el ejercicio de la misma; también la enorme satisfacción cuando acerté en el diagnóstico de sus padecimientos para que muchos de ellos lograran recuperar su salud y prolongaran su existencia sin mayores molestias.
Cómo no reconocer el aporte que me hicieron un sin número de amigos, entre ellos dos inigualables seres que con el correr del tiempo se convirtieron en mis hermanos. Ellos partieron para otro mundo, pero sigo recordándolos y amándolos por todos los gestos bondadosos que me brindaron durante su existencia.
Con el aporte de mi esposa, una mujer virtuosa y buena, logré constituir una familia, conformada por tres hijos y dos nietos, con cuyas presencia disfruto a menudo. Sus manifestaciones cariñosas y sus adecuados comportamientos me llenan de satisfacción.
Libre de sentimientos rencorosos y de envidias malsanas, espero seguir disfrutando de los años que me queden por vivir. La lectura, la escritura, la música cadenciosa y el disfrute con los numerosos amigos que he cultivado, serán los mejores paliativos para vivir en paz por el resto de mis días.
No me queda sino agradecerle a Dios todo lo que me ha dado.
Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia