Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia
Por: Médico Roberto López Campo
Neumólogo
Ex integrante del Taller de Escritores de ASMEDAS Antioquia
Insistir en acabar con la guerra con métodos guerreros, únicamente, para conseguir la paz, es un espejismo, una utopía y sólo nos lleva a una mayor desgracia, a una mayor pobreza, a un mayor deseo de venganza entre hermanos.
Si en verdad los subversivos, llámense terroristas de la FARC, del ELN o paramilitares, han bañado de sangre nuestra Patria, dejando tristeza y desolación, provocando el desplazamiento de miles de habitantes de los campos hacia las ciudades, muchos de los cuales deambulan por las calles sin saber cuál será su destino, es preciso que los gobernantes, con un mayor sentido reflexivo, busquen otras alternativas para poner fin a esta guerra fratricida que nos llena de luto y de dolor.
No es mi propósito justificar las acciones de los violentos, pero yo me pregunto:
¿De dónde proviene la mayoría de los jóvenes, hombres y mujeres, que ingresan a los grupos guerrilleros? ¿Qué circunstancias les llevaron a tomar esa desafortunada decisión?
Cuatro pilares son fundamentales para que el ser humano logre disfrutar de un buen vivir:
1. La salud, tanto orgánica como mental. Para ayudar a conservarla, el Estado no sólo debe limitarse a tratar las enfermedades, sino que es necesario aplicar medios preventivos para que un mayor número de personas no se vean afectadas.
2. La educación, para que al adquirir conocimiento y capacitación, el individuo comprenda la utilidad de lo que le aporta la escuela y la universidad, y le abone los medios necesarios para una mayor prosperidad.
3. El trabajo digno, que sólo se consigue con una buena preparación profesional.
4. La habitación propia, que logrará obtener si alcanza una adecuada fuente de ingresos.
La adquisición de un mayor número de armamentos para matarnos entre hermanos no es el camino para lograr la paz. La historia de los pueblos así lo ha demostrado.
Cuántos pueblos abandonados, cuántos jóvenes mutilados, cuántas viudas deambulando por nuestras calles pidiendo una limosna para alimentar a sus pequeños; cuántos jóvenes sin empleo y sin una mayor educación delinquen y se eliminan entre ellos por causa de las drogas, que a diario son noticias en la radio y en los periódicos. Sin embargo, insistimos en arreglar la situación mediante métodos violentos. Insistimos en la guerra.
¿Qué podemos esperar de un gran número de compatriotas que, abandonados por el Estado, viven en extrema pobreza, hacinados en ranchos de lata y de cartón?
¿Qué podemos esperar de muchos de ellos, cuando dicen que, en algunas comunas de Medellín, en un área de 40 metros cuadrados conviven cuatro o cinco familias que, desplazadas por los violentos, han tenido que refugiarse, apiñados, bajo un mismo techo?
Destinar una mayor cantidad de dinero del presupuesto para la educación, la salud, la construcción de techos adecuados para seres humanos y crear mayores fuentes de trabajo, es la meta.
Es posible que a corto plazo no veamos resultados positivos, pero estoy seguro de que es el camino más indicado para alcanzar la paz.
La lucha armada que hemos padecido por más de cincuenta años, propiciada, en gran parte, por las injusticias sociales, por el abandono del Estado y por la indiferencia de los dirigentes, que sólo en épocas preelectorales suelen acercarse a las regiones más abandonadas para hacer su promesas, casi siempre incumplidas, no es realmente el camino indicado para lograr la paz.
Es necesario invertir más en lo social, desarmar los espíritus y propiciar caminos de acercamiento entre las partes, para que nuestro país y sus habitantes puedan vivir con menor zozobra y un mayor grado de bienestar.
Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia