Presente y futuro de nuestra Psiquiatría

Apuntamientos y reflexiones

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

Por: Alberto Restrepo Ochoa (Foto)
Médico psiquiatra
Abril de 2019

Hoy, dos Instituciones gobiernan el presente de nuestra psiquiatría: Los empresarios del capital, (la industria), y los voceros del poder político, el Estado. Instituciones en sí muy poderosas.

Hoy nuestra psiquiatría está lejos de ser una Institución. Somos un grupo heterogéneo, ya numeroso, de psiquiatras dispersos, atomizados, acosados por divisiones y rivalidades, choques de egos, grandes distancias y falta de comunicación entre unos y otros, riquezas de talentos en unos y escasez de los mismos en otros, ausencia total de una institucionalidad que nos cohesione y represente, carencia de acciones de envergadura que materialicen en hechos los ideales que muchos albergan, falta de autodeterminación en el quehacer de nuestra profesión (hoy convertida en oficio por la intervención de las Instituciones de la Industria y el Estado), donde se escenifica a solo a medio cocinar o crudamente el quehacer psiquiátrico.—esto, repetidamente, lo he oído de psiquiatras y pacientes–,.
Parece como si hoy en nuestra psiquiatría mercantilizada sus oficiantes no estuvieran decididos a ser ejecutores autónomos de su propio quehacer.

Hoy, ni nosotros ni los medios de educación y trabajo, nos preparan para capacitarnos mejor y así ejercer nuestros talentos y saberes con autodeterminación y libertad justa y razonable de acción.

Una mancomunidad de los diversos programas educativos y de asistencia existentes en nuestra psiquiatría universitaria, que llene el vacío institucional, redima la frustración de muchos, promueva mejor educación, investigación publicaciones y asistencia, y disipe el cierto faccionalismo que hoy se da, creo firmemente solo es lograble con la creación de un INSTITUTO INTERUNIVERSITARIO DE NEUROCIENCIAS CLÍNICAS.

Solo una INSTITUCION PLURALISTA fuerte, de esta naturaleza, propulsaría el avance de nuestra psiquiatría. Es una INSTITUCION y no un psiquiatra, por distinguido que sea, ni un departamento de psiquiatría universitario sin importar su estatus, la que haría posible la redención y avance de nuestra psiquiatría.
No temo equivocarme al afirmar que ningún departamento de psiquiatría universitario nuestro está en capacidad de formar ESCUELA, crear un programa de INVESTIGACION clínica y en básicas, instituir una ASISTENCIA INTEGRAL y fomentar PUBLICACIONES. Y, más aun, de eventualmente extender sus servicios hacia la periferia metropolitana y de los municipios grandes y cercanos. ¡Ninguno puede siquiera intentarlo!
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La psiquiatría y el ejercicio profesional de nuestros psiquiatras, dentro del sistema epeesiano, (sé que son palabras fuertes), están siendo masacrados.

¿Es razonable en estos tiempos de la erosión o pérdida de la autonomía de la psiquiatría, pérdida de la integralidad y continuidad en la asistencia psiquiátrica, sujeción a limitaciones de tiempo, sesgamiento hacia la expedita y muy asequible farmacologización, ‘enanizacion’ de la consulta particular dados los costos que una terapia integral impone al paciente , es razonable me pregunto, enseñar en los postgrados psicoterapia y farmacoterapia racional, cuando su ejercicio y aplicación van a estar impedidos o coartados por el Sistema? ¡Para qué!

¿Terminará nuestra psiquiatría y nuestro quehacer psiquiátrico en un hazmerreir de quienes, razonablemente, verán en ellas caricaturas de algo que en algo fue o podría ser, y que así, empequeñecida con solo diagnosticar y recetar calificaría solo para ser considerada como una elemental tecnología médica?
¿Es esta la nueva cultura médica en lo psiquiátrico?
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Con frecuencia pienso en algo que con frecuencia olvido; y es simple, y es irrefutable, y es algo que debe llamarnos a la sobriedad y la modestia, lejos de estúpidos alardes triunfalistas: En psiquiatría no tenemos un solo psicotrópico que sea especifico; ni las Benzos para el insomnio…nada que tenga ni remota cercanía con la cierta especificidad de la insulina o los anticoagulantes, por ejemplo.

Algo que no debe atribularnos, pues hasta donde sé, y la cosa no es de blanco o negro sino de grises, en infectologia no hay un solo antibiótico especifico. Igual con los psicotrópicos: dardos de amplio espectro que inciden en múltiples blancos y generan diversas alteraciones, enormes efectos tóxicos, gravísimos unos, irreversibles otros más.

Sirven sí, pero, dicen los expertos que he consultado, también desestabilizan varios sistemas neuronales. Y solo sirven como atenuantes de lo que sea; insomnio, agitación, ansiedad, y muchas otras aflicciones. Pero no olvidemos; en psiquiatría solo tenemos interrogantes, ni una sola respuesta en lo concerniente a las alteraciones mentales, emocionales y comportamentales sean ella rotuladas como mayores o menores.

Hasta donde sé, el fundamento o meollo de nuestra materia no ha cambiado en casi nada.

“Compa, en lo sustantivo, quiero decirte en lo físico natural, casi que la cosa sigue en cero. ¡Que hay que investigar, coño más que obvio! Pero es que los alardes de los pregoneros, a veces se desborda en eso que mi abuela llamaba ‘vanidad de vanidades”.
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El progreso de las ciencias naturales en psiquiatría es lento, algo entendible por la complejidad del cerebro y de la naturaleza humana. Podría estar equivocado, pero pienso que en mis 52 años de contacto con la psiquiatría no he sido testigo de un descubrimiento científico mayor, que haya traído implicaciones diagnósticas y terapéuticas significativas. Si bien en el descubrimiento de la etio-genética de la enfermedad de Huntington participaron dos psiquiatras de renombre (Marshal y Susan Folstein), este trastorno es más del campo de la neurología.
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Los críticos de la psiquiatría, y los aun devotos de la anti psiquiatría, afirman que nuestra especialidad no es científica, no es médica, no tiene que ver con enfermedades demostradas, no es razonable al prescribir drogas, muchas tóxicas, inespecíficas y para fenómenos incorrectamente rotulados como enfermedades.
Sea lo que sea, pienso que nadie mejor que un médico especializado en psiquiatría para hacer una formulación diagnostica en términos de exclusión de causalidades orgánicas, o de inclusión de fenómenos psicodinámicos, o de expresión comportamental emocional o mental de patologías orgánicas manifiestas o subyacentes, de hacer entendible para el paciente sus dilemas en salud física, de remitir a especialistas en otros campos médicos, de entender interacciones medicamentosas, y manejar con mejores bases lo que trasciende en una relación médico-paciente.

Ninguno otro quehacer en el campo de “la salud mental” (¿?), llámelo para-médico o para-psiquiátrico tiene esas capacidades. ¡Ninguno!
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Pensando en que pudiera hacerse para renovar y avanzar a nuestra psiquiatría, a la vista nada pronto y efectivo veo. Los poderes al frente y las debilidades atrás de lo que está pasando, son enormes.

Hablando con Absalón sobre el hoy y el posible futuro de nuestra psiquiatría, él, siempre optimista, me dice, –“coño no te aflijas, aguanta hermano que ya vendrán tiempos mejores—“. Como buen costeño gozón y jaranero, Absa acostumbra, sin pensar, repetir este estribillo. Es su vicio, benevolente y santón.
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Siempre, en el presente y el futuro, la ética prevalece sobre las ciencias naturales y humanísticas. La aplicación o la evitación de sus valores es lo que determina la moralidad o amoralidad en lo que hacemos.

Un curso breve y básico de ética es imprescindible en el currículo de un postgrado en psiquiatría.
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En el futuro, ¿por qué no en el presente? la ‘cultura medica general’ tiene que mejorar y acompañarse de análisis crítico. Ni la psiquiatría ni los psiquiatras pueden seguir siendo considerados, muchas veces, “como sacerdotes” en cuya personalidad, carácter, moral, integridad y saberes hay que creer como si fueran semidioses.
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En el presente, con propósitos de agrandar el mercadeo y de hinchar los manuales diagnósticos y el parlanchineo de los ‘agentes de las casas de drogas, nos han vendido la falsa noción de “los síndromes subclínicos”, las “variantes atípicas”, las “múltiples comorbilidades”, los “síndromes o cuadros refractarios” (¿oye usted hablar de amigdalitis, abscesos, fracturas, cataratas, glaucomas, o lo que sea, refractarios?).

¿Y cómo se ‘tratan’ esas falsas nociones (disease mongering lo llaman los místeres)? “pues con droga coño”. ¿Y, por cuanto tiempo se quedará la psiquiatría y muchos de sus oficiantes, repitiendo estas boberías?

Y pensando en ética y en racionalidad, ¿no son estas vainas “engaña bobos”?

Pero la acción, aun si no mal intencionada de engañar a un paciente, es simple y ‘pura ‘inmoralidad’. ¿Cuántos miles estamos engañando? Yo recuerdo a muchos de los míos. ¿Y, usted a cuantos recuerda?

“Compadre déjame decirte, –me dice Absalón-, yo creo que la inteligencia práctica y la moralidad, como leí hace poco, “no abundan mucho en nuestros días”.
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En el presente de la psiquiatría, como en su ayer, y ciertamente como en su futuro, los pacientes fueron, son, y seguirán siendo muchos. Pero, y paren oreja, el tiempo ha venido cayendo. “Si o que”—me dice Absalón–.

¿Ha pensado usted cual sería el promedio de ‘tecliadas’ en una consulta psiquiátrica, o en cardiología clínica si le gusta más por ese lado?

Investigarlo sería tan o más novedoso y útil que investigar la genética en el suroeste de la enfermedad maniaco-depresiva, o en el nordeste de las demencias y “reblandecimientos”.

Aunque…, bueno que puede uno decir…la ciencia coño… y el nombre en la revista…

Coño, ¿alguna vez te han medido el ego?

Tomado de: Oficina de Comunicaciones, Información y Prensa ASMEDAS Antioquia

 

 

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