Tomado de: www.elespectador.com
Por: José Roberto Acosta
Columnista
El último capítulo del fracaso de Medimás es el inicio de un proceso administrativo por parte de la Superintendencia de Salud para revocarle parcialmente la autorización con el fin de que funcione o preste sus servicios en los departamentos de Chocó, Sucre y Cesar, ante severos incumplimientos administrativos, financieros y técnicos.
Aunque algunos aplaudan la medida de la Supersalud, llama la atención que no se extienda a todos los departamentos en los que actúa Medimás, pues en la Resolución 158 del pasado 18 de enero detalla graves irregularidades en todo el país, como autorizaciones repetidas, saldos pendientes de facturación y autorizaciones con cantidades de servicios sin atender en más de 115 días, cuyo valor contable supera los $3 billones.
Se detalla una insuperable insolvencia financiera, en la que se destaca la capitalización de $460.319 millones en julio pasado, pero que corresponde a una cuenta de cobro que Medimás le pasó ese mes a Cafesalud, en un ardid meramente contable y sin un centavo en efectivo, según el cual las atenciones a usuarios de Cafesalud, pendientes en la fecha de la compra, no estaban incluidas en el precio, como si los 4,3 millones de usuarios negociados se hubieran recibido totalmente sanos o cero kilómetros.
De los $1,45 billones que Medimás prometió pagar a Cafesalud solo ha desembolsado en efectivo menos del 10 %, pero en cambio sí ha usufructuado $6 billones, ordenando su pago como le ha dado la gana. Desde julio a la fecha Medimás debe $123.260 millones de las cuotas del precio, dando pie a que Cafesalud pueda revocar el negocio y hacer efectivo el pagaré con carta de instrucciones y la garantía mobiliaria sobre acciones de Medimás, pero Ángela María Echeverri sigue cruzada de brazos, mientras los de Medimás sí acaban de demandarla ante el Tribunal de Arbitramento por $460.319 millones.
Al ver que la medida timorata de la Supersalud, revocando el funcionamiento en solo tres departamentos marginales y poco rentables para Medimás, y al ver que la liquidadora de Cafesalud no hace respetar el contrato de compraventa mientras es atacada con demandas, permite pensar que ellos actúan de “socios” en este fracaso anunciado, sumándose al comité de bienvenida a un potencial comprador extranjero que parece conocer que los únicos que pierden son usuarios, trabajadores y la nación con estas demandas.
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